Hola a todos. Es también parte de cualquier experiencia, no solo relatar las cosas buenas que como profesionales nos suceden o las situaciones jocosas que por alguna razón nos toque vivir en este disneyland que es Dubai, sino también poner en conocimiento las cosas que vemos absolutamente desconcertantes e injustas por lo inhumanas que son. Hoy quisiera ponerles en contexto el tema de la esclavitud, que a veces pensamos que quedó abolida años atrás, pero que tristemente es una realidad inocultable y bastante evidente por estas tierras. Aquí, como en todo país donde abunden los recursos económicos, existe una gran cantidad de inmigrantes, que por las condiciones de pobreza de sus orígenes, vienen a someterse aquí como esclavos por cualquier centavo que les permita mantener familias a las que a veces duran años sin ver. Debo explicarles primero que ni siquiera nosotros nos salvamos de dicha esclavitud, es más, ni los europeos o norteamericanos se salvan, solo que la escala de sometimiento es bastante distinta si la comparamos con el 65% de la población que tiene esta ciudad y que está compuesta en orden jerárquico de mayor a menor por: árabes no locales, es decir, egipcios, sirios, iraquíes, jordanos, libaneses, que en su gran mayoría tienen trabajos medios, es decir, técnicos en alguna especialidad, una minoría de profesionales ingenieros, dibujantes, arquitectos, etc. Luego están los filipinos, que son en su mayoría los que trabajan en almacenes de ropa, los meseros de los restaurantes, los cajeros de todos los supermercados, etc. Luego, más abajo, vienen los indios, que en su gran mayoría trabajan como empleados del servicio, personal de obra y reparaciones varias. Luego viene un poco más abajo en la tabla el grupo de vietnamitas y chinos que se dedican exclusivamente a los trabajos pesados de obras de infraestructura como puentes, vías, canales, etc. Mas abajo aun, como remate de la tabla, tenemos a los pakistaníes, que ya trabajan en lo que les toque: obras, jardineros, lavadores de carro, de baños, mejor dicho lo que salga.
En este relato, quisiera concentrarme en dos sectores de la población relacionados a los temas laborales: una, los llamados “Expats” y otra, los tres últimos escaños de la tabla que le mencionaba un poco más atrás.
El término “Expats” (20% de la población), corresponde al nombre que recibimos todos los expatriados profesionales cuya procedencia casi siempre es Europa, Australia, Sudáfrica, EEUU y algunos pocos Suramericanos; que de alguna manera somos quienes ocupamos plazas de trabajo dignas y pagadas normalmente, y que como siempre acabamos siendo un escaño intermedio entre los dueños del balón (árabes locales. 15% de la población) y el otro 65% restante. Pero que si vemos un poco más allá, vamos a ver que prácticamente todo está diseñado para el consumo y la vida normal nuestra, es decir, somos el sector que consume en los centros comerciales, en los restaurantes, somos los que tomamos en arriendo la multitud de apartamentos y casas que se ofrecen a diario, somos lo que abrimos cuentas en los bancos para poder tener créditos para vehículo, pagar el colegio de los niños, etc. etc. Finalmente, nos damos cuenta de que ninguno de nosotros (muy a pesar de lo que se piensa en nuestros países de origen) se está enriqueciendo con lo que aquí se paga. La escala salarial está diseñada en su mayoría para que gran parte del dinero devengado se quede aquí mismo en las cosas del consumo diario. Y, ¡atención! que no digo que tengamos una mala vida, por el contrario, se lleva una vida tranquila en lo que a lo material respecta, pero no es una realidad que puedas ahorrar lo suficiente como para regresar a tu país con lo que los papás cariñosamente llaman “El plante”. Cuando hablamos entre “Expats”, siempre coincidimos en lo mismo: “Aquí todos estamos construyendo hoja de vida y participando en diferentes áreas, en proyectos de grandes complejidades y de escalas enormes que serían impensables en nuestros países, pero ¡plata! ¡Que risa!, vivimos sin problema y acumulando gran experiencia.”
La parte fuerte de todo esto, es que no todos podemos contar las misma realidad de trabajar relajados en buenos proyectos, nosotros somos un porcentaje muy bajo, pero ese 65% del que antes les hablaba vive en condiciones desconcertantes, y son considerados simples fichas que me recuerdan un libro llamado Mundo Feliz, en el cual se proponían diferentes jerarquías de humanos. Pues aquí es igual, la vida de los filipinos es estresante y carente de privacidad, viven entre 15 y 20 personas en un apartamento de dos alcobas y les toca destinar alrededor de 3 horas diarias a los desplazamientos entre la casa y el sitio de trabajo. De los indios y los pakistaníes ni hablar, viven en bloques de vivienda llamados Labor Camps, que son de condiciones aterradoras, puesto que viven 20 en una habitación, solo que como trabajan turnos de 12 horas, lo que hacen es pagar la cama entre dos, uno duerme de noche y el otro de día, y así. Son mano de obra no calificada, los traen en barcos por millares y son gente que por su poco conocimiento y analfabetismo ignoran mucho las condiciones de seguridad en las obras y se mueren cientos diariamente, que son reemplazados por nuevas “fichas” que vienen en otros barcos. Esto ocurre así no más, como si de lo que hablamos no fueran humanos sino robots o máquinas que pueden ser botadas cuando se dañen. De verdad que es muy triste ver como ocurren estas cosas, pero más triste aún es ver que ellos crean que están bien por tener estos trabajos, aún así sonríen, y te preguntas: ¿cómo hacen estas almas para llevar la vida en esas condiciones?, Y la respuesta no es que sea precisamente el salario, puesto que ronda los 800 Dirhams al mes, que es algo así como $ 360.000 pesos. O sea ni siquiera un mínimo colombiano, calculen ustedes, pero tengan en cuenta las condiciones que aquí viven: las doce horas laborales, la habitación, los buses que los trasportan sin aire acondicionado, trabajar en obras al aire libre con temperaturas de 45° a 50° en verano, lo que pueden sentir viendo a alguien a su lado en un Mazzeratti, comer en una ciudad donde una coca cola puede costarte $5000 pesos. No se, se los dejo a su criterio. Lo que si no puede suceder es que los empresarios sigan diciendo que se les paga eso porque en la India o Pakistán eso es un dineral. Es una total desconsideración que no tiene otra raíz más que racista y que no hace otra cosa que aumentar cada día más la brecha económica entre ricos y pobres. El rico cada día más rico y el pobre cada vez más jodido.
Hasta una próxima ocasión.
En este relato, quisiera concentrarme en dos sectores de la población relacionados a los temas laborales: una, los llamados “Expats” y otra, los tres últimos escaños de la tabla que le mencionaba un poco más atrás.
El término “Expats” (20% de la población), corresponde al nombre que recibimos todos los expatriados profesionales cuya procedencia casi siempre es Europa, Australia, Sudáfrica, EEUU y algunos pocos Suramericanos; que de alguna manera somos quienes ocupamos plazas de trabajo dignas y pagadas normalmente, y que como siempre acabamos siendo un escaño intermedio entre los dueños del balón (árabes locales. 15% de la población) y el otro 65% restante. Pero que si vemos un poco más allá, vamos a ver que prácticamente todo está diseñado para el consumo y la vida normal nuestra, es decir, somos el sector que consume en los centros comerciales, en los restaurantes, somos los que tomamos en arriendo la multitud de apartamentos y casas que se ofrecen a diario, somos lo que abrimos cuentas en los bancos para poder tener créditos para vehículo, pagar el colegio de los niños, etc. etc. Finalmente, nos damos cuenta de que ninguno de nosotros (muy a pesar de lo que se piensa en nuestros países de origen) se está enriqueciendo con lo que aquí se paga. La escala salarial está diseñada en su mayoría para que gran parte del dinero devengado se quede aquí mismo en las cosas del consumo diario. Y, ¡atención! que no digo que tengamos una mala vida, por el contrario, se lleva una vida tranquila en lo que a lo material respecta, pero no es una realidad que puedas ahorrar lo suficiente como para regresar a tu país con lo que los papás cariñosamente llaman “El plante”. Cuando hablamos entre “Expats”, siempre coincidimos en lo mismo: “Aquí todos estamos construyendo hoja de vida y participando en diferentes áreas, en proyectos de grandes complejidades y de escalas enormes que serían impensables en nuestros países, pero ¡plata! ¡Que risa!, vivimos sin problema y acumulando gran experiencia.”
La parte fuerte de todo esto, es que no todos podemos contar las misma realidad de trabajar relajados en buenos proyectos, nosotros somos un porcentaje muy bajo, pero ese 65% del que antes les hablaba vive en condiciones desconcertantes, y son considerados simples fichas que me recuerdan un libro llamado Mundo Feliz, en el cual se proponían diferentes jerarquías de humanos. Pues aquí es igual, la vida de los filipinos es estresante y carente de privacidad, viven entre 15 y 20 personas en un apartamento de dos alcobas y les toca destinar alrededor de 3 horas diarias a los desplazamientos entre la casa y el sitio de trabajo. De los indios y los pakistaníes ni hablar, viven en bloques de vivienda llamados Labor Camps, que son de condiciones aterradoras, puesto que viven 20 en una habitación, solo que como trabajan turnos de 12 horas, lo que hacen es pagar la cama entre dos, uno duerme de noche y el otro de día, y así. Son mano de obra no calificada, los traen en barcos por millares y son gente que por su poco conocimiento y analfabetismo ignoran mucho las condiciones de seguridad en las obras y se mueren cientos diariamente, que son reemplazados por nuevas “fichas” que vienen en otros barcos. Esto ocurre así no más, como si de lo que hablamos no fueran humanos sino robots o máquinas que pueden ser botadas cuando se dañen. De verdad que es muy triste ver como ocurren estas cosas, pero más triste aún es ver que ellos crean que están bien por tener estos trabajos, aún así sonríen, y te preguntas: ¿cómo hacen estas almas para llevar la vida en esas condiciones?, Y la respuesta no es que sea precisamente el salario, puesto que ronda los 800 Dirhams al mes, que es algo así como $ 360.000 pesos. O sea ni siquiera un mínimo colombiano, calculen ustedes, pero tengan en cuenta las condiciones que aquí viven: las doce horas laborales, la habitación, los buses que los trasportan sin aire acondicionado, trabajar en obras al aire libre con temperaturas de 45° a 50° en verano, lo que pueden sentir viendo a alguien a su lado en un Mazzeratti, comer en una ciudad donde una coca cola puede costarte $5000 pesos. No se, se los dejo a su criterio. Lo que si no puede suceder es que los empresarios sigan diciendo que se les paga eso porque en la India o Pakistán eso es un dineral. Es una total desconsideración que no tiene otra raíz más que racista y que no hace otra cosa que aumentar cada día más la brecha económica entre ricos y pobres. El rico cada día más rico y el pobre cada vez más jodido.
Hasta una próxima ocasión.