6.26.2010

Comunicado # 20. Historias de la calle. ¡..Y otros cuentos inverosímiles..!

Hola a todos. Un par de meses atrás, atendiendo la tradicional invitación árabe de tomar el té mientras esperas a que llegue la persona con la que necesitas reunirte, me encontraba en una de las oficinas temporales de obra conversando con algunos ingenieros Jordanos quienes llevan alrededor de dieciocho años viviendo en Riyadh. Durante el fluir de la charla, uno de ellos me preguntaba con cara de incertidumbre que si estaba de mal humor, que se me veía molesto, a lo cual respondí que si, que efectivamente estaba en lo cierto, le conté que tan solo diez minutos atrás, camino hacia donde nos encontrábamos en ese momento, algún Saudí salvaje me había atravesado su carro casi al punto de chocarme y lo peor era que casi ni se había dado por enterado, puesto que el periódico que venía leyendo mientras conducía lo tenía totalmente enajenado de la realidad. En ese momento todos estallaron de risa y me dijeron que comprendiera a los Saudíes, que no la habían tenido para nada fácil al bajarse de los camellos a los Ferraris y que si esas cosas me sorprendían que pusiera atención a lo que me iban a contar porque seguro me iba a quedar con la boca abierta. Acto seguido empezaron a soltar una sarta de historias en exceso cómicas casi al punto de lo increíble, pero que aquí ya han hecho carrera de mito urbano y hoy en día la gente las tiene asumidas como certeras.
Me gustaría, antes de comenzar a contarles las famosas historias, hacer un paralelo que a mi juicio vendría bien para entender un poco bajo el esquema de "similitud comparativa" algunos de los excesos y las ignorancias de esta sociedad Saudí: mientras todos reíamos con las historias que relataban los jordanos, no podía dejar pensar que lo que ocurrió en Arabia Saudí treinta años atrás fue exactamente los que le ocurrió (…y casi realmente en forma paralela) a los "Beverly Ricos", esa familia campesina de la televisión ochentera que se hizo rica de la noche a la mañana cuando encontraron petróleo en su finca y se trasladaron a vivir a "Beverly Hills" el para entonces más prestigioso barrio de Los Ángeles, California. Recuerdo que la serie se burlaba de todos los improperios que cometían aquellos nuevos ricos producto del físico desconocimiento de la ciudad y sus comodidades y de una sin igual falta de clase muy propia de aquella tribu urbana que en Medellín conocemos como "caranga resucitada".
Pues bien, una vez hecho el paralelo y entendiendo que mas o menos igual se comportan los saudíes, procedo a contarles las historias.
Me decían entonces los jordanos que cuando los gringos llegaron a Arabia como consecuencia de las primeras explotaciones petroleras, traían consigo un lujoso Rolls Royce de la época como regalo para el Rey en agradecimiento por los favores recibidos y que una vez le hicieron entrega del cumplido, salieron todos sus trabajadores con grandes bidones de agua para que bebiera el animal, ¡je,je,je! Nunca habían visto un carro en su vida.
Pocos años más tarde, cuando los carros comerciales fueron ya una realidad y la gente comenzó a adquirirlos ¡Oh sorpresa! De ver que cada que llegaban a su casa o a cualquier tienda amarraban el carro a un palo, palmera o a lo que pudiesen para que no se les fuera a volar. Como si el vehículo tuviera vida y voluntad propia. Aun tenían la cabeza en el "chip" del camello. Yo no se ustedes, pero yo escuchaba estas historias callejeras y me partía de risa, al mismo tiempo que les increpaba a los jordanos que eso no podía ser verdad y ellos se defendían diciéndome que era en serio, que hoy en día lo que yo juzgaba como "incivilizado" no era nada comparado con lo que sucedía veinte años atrás.
Al igual que con el asunto de los carros, con la bonanza petrolera también comenzaron a llegar al país las marcas mundiales que ven oportunidades donde sospechan prosperidad y desarrollo. Fue entonces cuando llegó el primer Mc. Donalds y con ello la dificultad de la gente para entender que los menús que allí se ofrecían tenían precio fijos. Llegaban a la caja a decir: "Oiga, quiero el menú tal y tal pero tengo tanto en el bolsillo… ¿En cuánto me lo deja?", es decir que estos conchudos llegaban a pedir rebaja en el Mc. Donalds como si la insigne marca del payaso se los fuese a conceder de verdad.
No mejor suerte corrió la prestigiosa marca de carros Porsche quien al cabo de un par de años de haber ingresado al país redujo considerablemente su reputación y en consecuencia sus ventas debido a que muchos de los que compraron los afamados carros sufrieron accidentes mortales en ellos. Lo que les llevó a concluir que la marca era muy peligrosa, pero nunca aceptando que no sabían conducir apropiadamente (incluso hoy en día siguen sin reconocerlo) y que su poca pericia conduciendo se limitaba solo al camello.
Tampoco ha dejado de sorprenderme y muchos menos de darme risa lo que ponía hace unos meses la prensa saudí para dar cuenta de la explicación de los desastres ocurridos en Riyadh a causa del fuerte temporal de lluvias ocurrido en Febrero. Resulta que el Rey envió una comisión de desastres a evaluar el porqué de las inundaciones, argumentar todas sus causas y así tomar las precauciones necesarias para otra próxima eventualidad. Pues la conclusión de la comisión de expertos fue nada más y nada menos que todo había sido un castigo de Dios, que no había otra causa y que tampoco había más que hacer que seguir contribuyendo con la causa islámica, para seguir velando por la fe, puesto que todo esto estaba ocurriendo porque hoy en día había más infieles. Días después si contrataron una segunda comisión que de verdad determinó que el problema es que cualquier ciudad sin alcantarillado padece inundaciones en los temporales de lluvia.
Como ven, no todo lo que ocurre por aquí es sórdido y oscuro, también hay abundancia de materia prima de primera calidad para hacer guiones de series inverosímiles, pero que de seguro nos sacarían carcajadas a montones. Habrá que ponerse en la tarea, puesto que con lo ñoña que es esta cultura, no creo que tengan siquiera la capacidad de burlarse de si mismos.


Hasta una próxima ocasión.