3.20.2011

Comunicado # 23. Sobre los compromisos. ¡..La ley de la imposición..!


Hola a todos. Luego de haber releído el libro "Las Chicas de Riyadh" de Rasha Alsanea y de haber concluido "Sultana" de Jean Sasson, no me queda más que un gran sin sabor y el recurrente ejercicio de imaginar lo que sucede tras esos muros, que a manera de muralla, envuelven de manera claustrofóbica la gran mayoría de las viviendas de Arabia Saudita.
Lastimosamente, tengo que decir que el imaginario personal ya no me da para pensar que tras dichos muros suceden cosas positivas en cuanto al trato a la mujer se refiere o en cuanto a buenos valores familiares. Algunos me dirán que exagero y que no en todos los casos es así, pero cuando se leen estos testimonios y cuando en las habituales conversaciones informales salen a relucir los casos reales y frecuentes que alguna gente por cuestiones laborales ha tenido que enfrentar con relación a esto, ya la mente te queda formateada solo para pensar en una dirección, que por supuesto es negativa.
Si bien no quiero entrar en el plano de juzgar valores ni de criticar los pilares religiosos que sostienen esta cultura (porque al igual que las discusiones políticas estos temas nunca se cierran), si quisiera dejar en evidencia varias de las múltiples diferencias que nos separan del peculiar modus vivendi árabe en cuanto a los compromisos se refiere.
Un par de años atrás, un compañero de trabajo oriundo de la India, mientras compartíamos un café, me decía que como sabía que yo no era casado que ¿cuando estaba planeando mi matrimonio?, a lo que respondí: "Hombre, pues primero debo encontrar con quien" y él un poco asombrado me decía: "Y porque no vas llamando a tu papás y que vayan escogiendo las candidatas y así cuando vayas de vacaciones escoges una". Como vio que dejé escapar una leve sonrisa, instó: "Ummm, por lo que veo allí no es así", y repliqué: "No, no, no, allí nadie selecciona por nosotros. Lo hacemos por mutuo acuerdo con la pareja que consideramos adecuada. No faltaba más que a uno le escogieran la esposa", esto último le sentó un poco mal y me hizo saber que si a mi me parecía retrógrada la manera como lo hacían en la India, que entonces investigara como se hacía en la mayoría de países árabes y que eso si me iba a parecer arcaico.
Poco antes de soltar esa última anotación, este hombre me venía explicando que él ya tenía ganas de casarse y que ya le había informado a sus padres en la India, quienes a su vez ya habían puesto un aviso clasificado en el periódico local de su región que ponía algo como: "Familia XX tiene el placer de informar que su hijo, el Ingeniero XX, residente en Dubai y con trabajo en una compañía consultora Europea, desea contraer nupcias prontamente. Familias interesadas favor comunicarse a XX teléfono". Y allí empezaba el tejemaneje de llamadas y de entrevistas que sus padres hacían a otras familias quienes llegaban con sus hijas y ofreciendo X dote obligatoria para casarlas con tan buen partido. Al poco tiempo, su familia haría una preselección de unas dos o tres jóvenes a quienes consideraban la mejor opción. Luego este señor haría un viaje a la India y escogería a una de ellas y empezarían a hablar por un tiempo prudente y si existía buena química, se tomaría la decisión de la fecha de la boda. Y ¡listo!, así no más. Confieso que a mi me seguía pareciendo increíble hasta que seis meses después asistimos a aquella boda donde todos lucían felices.
Aquí, en Arabia, el asunto es a otro precio, y por supuesto que tal y como me lo había advertido mi compañero, este asunto me pareció y me sigue pareciendo bastante retrógrado. Aquí los matrimonios son en la gran mayoría de los casos un asunto de imposición en donde la mujer solo en contadas excepciones puede manifestar su opinión, o su desacuerdo con la pareja con la que sus padres estén tratando de casarla, y más difícil aun, que dicha opinión tenga alguna ingerencia. Y digo tratando, porque es el hombre quien decide si quiere como esposa a tal o cual candidata que sus padres ya hayan preseleccionado para él, sin que la chica pueda esgrimir opinión alguna, es decir, que si el hombre la escoge, ella tiene la obligación de aceptar.
También es cierto, que en el mundo árabe los matrimonios son para los hombres en muchas ocasiones la vía más directa de poder acceder carnalmente a una mujer y para demostrar su hombría a través de la paternidad; y para ellas, significa la mejor oportunidad de poder salir de su casa y de la opresión de su padre y poder convertirse rápidamente en madre, cumpliendo así, el sueño de toda buena mujer musulmana. El hecho de que aquí los noviazgos sean legalmente prohibidos y que la mujer necesariamente tenga que llegar virgen al matrimonio, crean una atmósfera de afán y precocidad en la toma de decisión de casarse. Lo que hace que sea bastante común que se casen muy jóvenes: para ellas la edad apropiada comienza más o menos a los 16 años y para ellos puede estar por los 21.
Esto último no quiere decir que en el plano "ilegal" no existan los noviazgos, pero ante el sin número de trabas, restricciones y castigos que les impone la ley, el lado seguro es optar por un temprano matrimonio. Y por supuesto, lo preferido siempre será evitarse desilusiones por enamorarte de quien seguramente no será tu esposa o tu marido, porque como ocurre casi siempre, ya sus padres tendrán previamente seleccionado algún candidato diferente para un futuro enlace.
Otra práctica bastante común es que se casen entre miembros de una misma familia con el fin de que se conserve en linaje, también para no perder algunos beneficios gubernamentales y para que sus fortunas sigan permaneciendo en casa.
Este tipo de unión familiar trae a veces consecuencias nefastas de malformaciones genéticas como niños con calvicie temprana, problemas de ceguera, tiroides, etc. Los amigos nuestros que se mueven en áreas de la salud están llenos de historias y de casos extraños que a diario les toca enfrentar y cuentan que en su gran mayoría son casos sin tratamiento posible por ser problemas congénitos.
Existen también algunas otras situaciones colaterales como consecuencia de las restricciones en las relaciones. Es bastante común el homosexualismo en ambos sexos por la condición misma de no poder compartir sino con sus congéneres mientras están solteros, y valga decir, que tampoco es que le vean mucho problema porque aquí culturalmente solo se considera maricón el que recibe pero nunca el que da, cosa que ya es bastante ilógica.
No se yo como será la vida sexual matrimonial en el mundo árabe, pero sospecho que no debe ser ni la mejor experiencia ni mucho menos la más gratificante, puesto que la inexistencia de noviazgos previos en la juventud te priva de compartir experiencias, trato con el otro, aprendizajes por ensayo y error, al igual que la privación de el enamorarse y el poder vivirlo de manera compartida. Por el contrario pienso que la sumatoria de todo esto, más el ver a la mujer solo con fines de procreación y el que el aprendizaje sexual de los hombres venga de las enseñanzas de la prostitución, no pueden generar otra cosa que matrimonios emocionalmente infelices y mujeres maltratadas sexualmente por física ignorancia.
Tal vez sea esa la razón del querer casarse hasta cuatro veces como les permite la ley a los hombres. Otra cosa es que no lo hagan por falta de recursos económicos, porque así mismo como la ley lo permite, también dice que a cada una de las esposas debes ofrecerles las mismas condiciones que a las demás.
Finalmente queda el sentir que mientras estas historias no cambien y las cosas sigan funcionando de esta manera, siempre la consecuencia será tener una sociedad afectivamente inestable y llena de temor para las mujeres quienes ante el miedo de las fatales consecuencias que un divorcio pueda significarles, siempre preferirán someterse a unos maridos que creen que regalando Rolex y Cartier por los bares del mundo conseguirán un afecto hasta ahora desconocido, pero que su ignorancia emocional así lo imagina. ¡Morirán engañados!.

Hasta la próxima…!