10.09.2009

Comunicado # 17. Vida de Compound. Y el asunto de marcar territorios….



Nota: Compound: Recinto de viviendas donde suelen vivir las comunidades occidentales en Medio Oriente muy similar a lo que conocemos en Colombia como unidad residencial.

Hola a todos. Cuentan quienes vivieron en Riyadh antes del año 2003, que ya nada fue lo mismo una vez que en el mes de mayo del mismo año ocurrieron los atentados terroristas que dejaron en pánico a la ciudad, no solo por la cantidad de muertos que ello dejó, sino por la zozobra de sentirse perseguidos y amenazados por el simple hecho de ser occidentales. Cuentan también, que el éxodo de muchas de las familias que habían venido a Arabia buscando un mejor futuro fue alucinante, y que quienes decidieron permanecer, lo hicieron bajo la promesa de las más estrictas condiciones de seguridad.
Digamos entonces que ahora, este es el panorama que antecede lo que hoy en día heredamos en condiciones de seguridad en los Compounds donde vivimos. Ese año marcó un antes y un después. Antes, muchos de los Compounds ni siquiera tenían muros que los delimitaran, simplemente eran conjuntos de casas tipo insertadas en la ciudad que se mezclaban con las calles sin problema alguno. Hoy en día, para acceder a cualquiera de ellos, por ejemplo al nuestro, hay que surcar mil controles, lo primero es abrir la primera puerta con tarjeta magnética, luego esquivar barricadas de concreto en zig-zag que garanticen la mínima velocidad del vehículo entrante, luego llegar a un primer control donde hay que abrir el capó para verificar que no cargas nada peligroso, te piden igualmente que abras el baúl para tener seguridad que no entres ni licor ni mujeres. Luego de esto, continuas surcando más barricadas de concreto custodiadas por un par de tanquetas militares con camuflado tipo desierto y cada una de ellas con un par de soldados que tienen unas armas rarísimas que parecen de plástico, luego viene el segundo control donde cuando no te conocen te paran para que muestres la identificación de que vives en ese Compound y ¡listo! ya estás adentro. Para mi, la experiencia de esta imagen fue bastante pesada y depresiva los primeros quince días, ya luego te vas acostumbrando y lo ves como un proceso rutinario normal. Pero al principio era inevitable acordarme de mi señora madre cuando en mis épocas de Colegio me decía: “Ay lucho, yo le pido mucho a mi Dios que no te lleven para el ejército, pero si es inevitable, ojala que te lleven al Sinaí, porque allá no hacen nada y pasan delicioso” confieso que por algún tiempo hasta me hice a la idea de prestar el servicio militar en ese desierto, pero ya ven como es la vida, no me tocó el Sinaí, pero estoy viviendo algo similar en imagen a tan solo “dos cuadras” de allí. Hago la analogía, porque al principio me parecía que siempre estaba entrando en una guarnición militar, y mientras estaba reparando en cada entrada y salida del Compound el doble cerco de seguridad que lo circunda (una reja exterior con remate en alambre de púas, después una vía interna de servicio y luego un muro como de 3 metros de altura rematado también por el mismo alambre, más una seguidilla de sirenas rojas y naranjas que distan unas de otras unos 4 metros), estaba pensando para mi mismo: “Ehh! LR, tanto fregar tu mamá con lo del Sinaí, eso era porque ya presentía que en algún momento de la vida estarías por estas tierras viviendo algo parecido”.
Y eso que puedo contarles que nuestro Compound es de los más relajados con respecto al tema del control, pero hay otros, por ejemplo donde jugábamos softball, que nos tocaba llegar con una hora y pico de antelación al juego, porque los controles tomaban cerca de 40 minutos que se te iban en caminar desde un parqueadero al otro lado de la autopista, luego surcar a pie un par de controles del ejército Saudí a quienes debes enseñar identificaciones, luego pasar a un control del gobierno de otro país que me abstengo de mencionar y quien es el dueño temporal de dicho Compound. Una vez allí, te cambian tu tarjeta de residencia por una tarjeta de visitante que te autoriza a entrar luego de que pases el control de metales y requisas tipo aeropuerto. Luego pasas a una sala de espera donde te recoge una busetica cuyo conductor es un escolta que te lleva hasta el campo de juego y se sienta en las tribunas a esperar a que se acabe el partido para llevarte de nuevo a la salida.
Se que todo esto suena extremo, asustador y tal vez hasta paranoico, pero para una ciudad pasada de tranquila como lo es Riyadh, se trata más de un tema de marcar de territorio: ustedes aquí(musulmanes) y nosotros allí (gente de occidente). La explicación no es otra cosa que los saudíes juiciosamente musulmanes y respetuosos de su ley, piensan que no deben contaminarse con lo que sucede al interior de los Compounds y por ello mismo tienen prohibido el acceso a estos recintos. Claro que no falta alguna que otra oveja descarriada que por gozar de doble nacionalidad, se las ingenia para entrar con otro pasaporte.
En parte es entendible, porque dentro de los Compounds por su calidad de “pueblo pequeño” se ve de todo lo que a un árabe saudí escandalizaría: Licor casero o a veces “del bueno”, mujeres sin Abayah, o lo que es mejor, mujeres en bikini en las piscinas compartiendo en absoluta normalidad con los hombres como en cualquier sociedad civilizada, fiestas, porque también algunos Compounds tienen bares y las rumbas son cada fin de semana, etc.
Dentro de los Compounds, la vida se lleva más o menos con normalidad, generalmente están bien equipados con gimnasios, piscinas, restaurantes, supermercados, lavanderías, canchas de tenis, squash, micro fútbol, baloncesto, etc. Es de alguna manera a las cosas que estamos acostumbrados en nuestros países, pero no me refiero a lo que ellas mismas significan en sí, porque en cualquier parte del mundo estos equipamientos son necesarios, sino a “el cómo” se suceden las relaciones humanas dentro de ellos, que es lo que corresponde a nuestro canon de “normal”.
Al fin de cuentas siento que se trata de un asunto de respeto: nosotros no queremos afectar a ninguna cultura (y menos a la local) con nuestras costumbres, pero tampoco queremos que se nos juzgue bajo la óptica de restricciones religiosas y sociales que consideramos absurdas. Y se, que aunque no es ni lo ideal ni lo humanamente civilizado, mientras que las maneras de concertación y respeto sean poniendo cercos y muros entre nosotros, pues que sigan existiendo.

Hasta una próxima ocasión.