7.10.2009

Comunicado # 15. La hora del rezo. A propósito de lo insólito….


Hola a todos. Continuando con la serie de cosas insólitas que vamos descubriendo por nuestro trasegar en Oriente Medio, esta vez he querido contarles el como muchas veces la fuerte devoción religiosa de estos personajes puede llegar a afectar nuestro tiempo y espacio en la vida cotidiana.
Así como en muchas de nuestras ciudades occidentales nos quejamos por la falta de tiempo, por los largos desplazamientos, por lo lento del transporte público, por los largos trancones, etc., así mismo nos podemos quejar en Saudi Arabia de “La Hora del Rezo”, puesto que este país es relativamente tranquilo en los aspectos mencionados anteriormente; y ¡créanme!, cuando alguna ciudad es excesivamente tranquila siempre habrá algún motivo para quejarse.
Aunque no me guste mucho la palabra “queja”, me voy a permitir usarla porque me parece que es la que mejor se ajusta en términos de reacción humana ante una situación que no te es para nada normal y que además te puede dejar altamente sorprendido por simple incomprensión de la misma. Se que esto puede sonar un poco confuso pero ya verán como todo se va aclarando a medida que vaya avanzando este relato.
Resulta pues, que como ya alguna vez les había contado, cada musulmán debe rezar religiosamente cinco veces al día, cosa que yo no le veía mucho inconveniente en la medida que ello se manejara dentro de un marco de respeto y de no afección a nuestras costumbres, además veníamos acostumbrados a los “informales” rezos que realizaban nuestros compañeros musulmanes en Dubai, cosa muy distinta a lo estricto que se maneja este tema en Saudi Arabia. Como sabrán, cada rezo tiene unas horas específicas que van cambiando durante el año conforme a su propio calendario, que entre otras cosas está regido por la luna, y que además, como dato curioso les cuento que los musulmanes están en el año de 1430 y así mismo debemos fechar toda correspondencia con ellos. Pero bueno, continuando con lo que venía, el ritual del rezo además de los tiempos, exige, que cada persona antes de rezar se lave los brazos de los codos hacia abajo y las piernas de las rodillas hacia abajo, con lo cual es bastante habitual encontrar lavatorios en mezquitas, centros comerciales, aeropuertos o en cualquier sitio público. Debo reconocer que Riyadh, debido a su devoción, está muchísimo mejor equipado para esto que lo que está Dubai con su invasión occidental. En Dubai, ante la ausencia del recurso lavatorio, era habitual entrar a los baños echando “madrazos” porque antes del rezo estos hacían fila y se lavaban con la manguera que está al lado del sanitario y dejaban el baño vuelto una total piscina. De verdad era muy desagradable. Y eso cuando no era que veíamos a unos con dotes de malabaristas con los pies montados en los lavamanos comunes, lo que nos causaba un gran desaliento y preferíamos lavarnos las manos luego cuando la impresión de fastidio se nos hubiese olvidado un poco. Aunque también tenía su lado cómico que, una vez limpios, se dirigieran al salón de juntas a rezar con los pantalones del cachaco remangados al igual que sus camisas, todos se parecían a Tom Sawyer cuando jugaba en el río.
Es también habitual encontrar cuartos de rezo en todas partes, puesto que todo debe estar equipado para rezar donde los coja la hora. Aquí les cuento que donde no hay cuartos, estos se las ingenian para hacerlo, por ejemplo, en los edificios que tenemos en obra, los trabajadores se lavan con las mangueras y buscan un sitio apartado, tiran un cartón en el suelo, y a rezar. Aunque he visto un par de casos aun más insólitos, una vez conduciendo por una autopista de alta velocidad en las afueras de Dubai, vi como dos obreros parqueaban su carro a un costado de la vía y se tiraban ahí en el asfalto a rezar ante el temor inminente de quedar condenados por no hacer el último rezo del día. O, en otra ocasión regresando de Abu Dhabi a Dubai en un Microbus, el conductor paró en una mezquita de carretera y nos dijo que iba a rezar y nos dejó ahí tan tranquilo dentro del carro, por supuesto todo el mundo estaba disgustado y más sabiendo que el ultimo rezo es el más largo. El hombre regresó al cabo de media hora y al ver nuestras caras de disgusto, nos miró así como quien dice: ¿Qué? ¿Entonces no rezo pues? Como ven, aunque a excepción de este par de situaciones, las historias con el rezo no influían tanto como aquí en Riyadh, donde todo el mundo carga en la billetera una especie de calendario con los horarios del rezo semana a semana, y no es en broma, pero es una herramienta supremamente útil, pues aquí todo se muere a “la hora del rezo”. Hay incluso muchos sofisticados que tienen en sus I Phones la aplicación “I Pray”, que te marca digitalmente los mismo que el calendario de billetera, se incluso que también hay una versión para Nokia, pero aun no la he podido bajar. Es muy anecdótico, pero no por eso deja de ser molesto esto de que todo lo cierren a la hora del rezo. Por ejemplo, la primera semana que estuve en Riyadh fui al Carrefour a hacer la compra y escuchaba como todos antes en el carro hablaban de ¡pilas con el rezo!, pero la verdad como que no me enteraba de lo que ello significaba, permanecía tranquilo. Pero una vez adentro entendí, estaba comprando unas verduras cuando una voz por la megafonía anunciaba que en 10 minutos comenzaba el rezo, yo, naturalmente no entendía, y cuando me dispuse a pesar las verduras el hombre que las pesa me dijo: ¡Ah, lo siento…me voy…es hora del rezo! Y me dejó ahí parado y no me pesó nada. Poco a poco fui notando como se iba amontonado la gente que esperaba pacientemente que el hombre regresara. Así mismo sucede en las cajas, si es hora del rezo, cierran el Carrefour, todo el personal se va a rezar y te dejan ahí encerrado y con el mercado tirado en la caja. Por supuesto ya hemos aprendido a mercar mientras rezan, para que cuando acabemos, ya ellos hayan regresado. Y así con todo, en los restaurantes te piden que salgas, a no ser que ya estés comiendo, no te venden ni un tinto en ninguna parte, no hay bancos, no hay almacenes, literalmente NADA abierto. Lo curioso además es que cuando uno sale de trabajar a las 6 p.m, es cuando se puede salir a hacer “vueltas” como decimos en Medellín, pero claro, tienes que tener en cuenta que a esa hora aun quedan los dos rezos finales de día, con lo cual me quejo de tener que sacar el papelito de la billetera para programar mi salida, no a la hora que me plazca, sino a la hora que a ellos su rezo los deje hacer su trabajo.


Riyadh, Saudi Arabia. Hasta una próxima ocasión.