12.04.2009

Comunicado # 18. Travesía Dubai - Riyadh. 1200 Km. Comprobando que los ángeles existen..!


Hola a todos. Luego de haber resuelto todas las condiciones legales en términos de visados, licencias y bancos en Riyadh y de estar un poco más establecido, me decidí al fin a resolver de una vez por todas el único asunto de carácter legal que aun me unía a Dubai, y era el de realizar el trámite de importación de mi carro que ya llevaba varios meses parqueado en casa de unos amigos allí.
Decidí meterme en esa "vaca loca" de la importación del carrito, porque como les contaba en alguna ocasión anterior, debido a la fuerte crisis económica que aun vive Dubai, traerme el carro a Arabia era la única manera de salir limpiamente de allí y de no perder tanto en términos económicos porque nadie en medio de esa situación iba a ofrecerme ni siquiera la mitad de su valor comercial y mucho menos era mi deseo, ante la imposibilidad de venderlo, el de dejárselo abandonado al banco con una nota de "lo siento mucho señores" y engrosar la lista de los más de cinco mil carros que hasta la fecha han sido encontrados por las autoridades en el aeropuerto abandonados.
Previa partida a Dubai, estuve sondeando entre mis amigos en Riyadh, para ver quien se le medía a ese "ladrillazo" de acompañarme en la travesía de esos 1200 kilómetros de desierto que separan a Riyadh de Dubai, porque teniendo en cuenta que mis conocimientos de mecánica automotriz se limitan a cambiar una llanta y poco más, y que en trayectos como estos nadie está libre de que le ocurra cualquier eventualidad o de quedarse dormido, pues sentía que debía recurrir a la compañía de un copiloto que pudiese "cubrirme la espalda" en caso de que alguna de ellas ocurriese. Lo más grato y sorprendente fue que los candidatos no faltaron y que además mostraron bastante ánimo de medírsele a dicha aventura, pero finalmente, por asuntos de tiempos y compromisos personales quien se decidió fue David el "Alquimista".
Ya una vez teniendo la tranquilidad de saberme con copiloto a bordo, emprendí viaje a Dubai a realizar todos los papeleos que, entre otras cosas, fueron un par de trámites bastante rápidos, sencillos y de mucha sorpresa para el policía quien me asistió en el proceso, y que medio en charla me dijo: "¡Ah! ¡Van a caer los globos! Una persona que se quiere ir limpia y legalmente". Luego de eso, se echó a reír mientras removía las placas originales del carro y las reemplazaba por las azules que dan constancia de que el vehículo es de exportación. Una vez terminó, me habló de nuevo diciéndome: "¡Listo!, arranque cuando quiera para Arabia, no necesita más".
Ya solo restaba recoger esa noche a David en el aeropuerto, descansar al día siguiente haciendo "city tour" y rematar en la noche disfrutando de unos buenos momentos con viejos y nuevos amigos en barcito de playa. Valga la pena decir que lo que no adivinábamos en dicha tertulia, amenizada por un DJ que esa noche tocaba al borde de la playa mientras todos echábamos carreta con unos buenos caipirinhas en la mano, eran las sorpresas que nos deparaba la larga travesía al día siguiente.
Horas mas tarde, y después de haber descansado muy poco, finalmente emprendimos el camino que nos llevaría a la tierra del custodio de las dos mezquitas sagradas, no sin antes hacer la parada técnica reglamentaria para programar la ruta en el GPS, poner gasolina y desayunar Red Bull con Kit-Kat para evitar quedarnos dormidos consecuencia del trasnocho del día anterior.
Siendo cerca de la 1 de la tarde ya surcábamos los primeros 500 kilómetros. Todo transcurría sin contratiempos y ya el GPS nos anunciaba el pronto arribo a la frontera, con lo cual hicimos la segunda parada técnica en medio de la voraz canícula que solo sabe ofrecer el desierto puro y duro. Esta vez el motivo de la detención era acabar con toda evidencia del material "haram"(prohibido) que traíamos: unos cuantos trozos de cábano de cerdo que por ningún motivo podían llegar a la frontera, puesto que en Arabia el cerdo es prohibido.
Habiendo ya superado el tema marranito y sin dejar huella alguna, nos dispusimos a cruzar la frontera haciendo primero los papeleos del carro para sacarlo de un país e ingresarlo al otro, y creo que fue aquí donde comenzó el suplicio, primero, porque erróneamente e ignorando lo que nos esperaba, habíamos decidido aplazar el almuerzo para después de cruzar la frontera para evitar demoras. Ya para ese momento eran casi las dos de la tarde y fuera de que nos tocó esperar un rato por el rezo del medio día, cuando el fulano terminó de rezar, nos acercamos a su ventanilla y este desde adentro nos pidió paciencia haciéndonos señas con las manos llenas de arroz amarillo, para decirnos que cuando terminará su almuerzo nos atendería. Mientras tanto nos refugiamos en otra oficina mugrosa con unos funcionarios que amablemente nos invitaron a tomar asiento sin el más mínimo asomo de vergüenza de ver que nos estábamos dando cuenta que demoraban la gente poniendo cara de estar trabajando, mientras jugaban solitario.
Finalmente, el fulano que nos había aplazado, nos selló los papeles y con ellos salimos a cruzar el borde, donde el policía de frontera nos puso el sello de salida de Emiratos Árabes y nos dijo con una risita que no entendimos sino hasta 4 horas después: "ummm... ustedes salen, pero el carro no, hasta que hagan todo el trámite de aduana con estos papeles…. Tienen que devolverse en contravía y buscar el letrero que dice CAMIONES y de ahí van siguiendo las señales", y se volvió a reír. Confieso que ahí ya empecé a notar claros tintes de los ya muy famosos y padecidos ataques de la sociedad secreta y me dije: "prepárate Luisro que lo que viene es candela".
Como era de esperarse, las sospechas fueron confirmadas, el ataque estaba totalmente bien diseñado: seguimos el letrero que nos indicaron y lo que efectivamente encontramos fue un mar de camiones en donde no había ninguna señal a seguir, se trataba más bien de una cuestión de instinto que con suerte y luego de varias esquivadas de camiones finalmente pudimos encontrar la "oficina" donde hacían el papeleo que nos faltaba. Entrecomillo la palabra oficina, porque aquello no era nada parecido, se trataba de una caseta mugrosa, donde atendían a través de un par de ventanucos sucios, roídos y en los que daba asco apoyarse, y para rematar, todos los letreros de procedimiento escritos exclusivamente en árabe y por supuesto tampoco nadie hablaba inglés. La verdad estábamos un poco confundidos por no saber como proceder, además la fila de camioneros tratando de legalizar mercancías era interminable. Yo ya me estaba desesperando un poco cuando vi que David se coló de primero en la fila ante la mirada atónita de la horda de conductores Indios y Pakistaníes que no se atrevieron a manifestar ni una sola palabra en contra de la "colada" puesto que su común actitud por estas tierras de vernos "demasiado blancos" no los dejó. Recuerdo que David me dijo: "Luisro, si no es así, aquí amanecemos parcero". Yo, para amainar un poco el sentimiento de culpa por habernos colado, me dije a mi mismo: "parcero, esta gente está acostumbrada a esperar por sus permisos de circulación y ya son casi las 4 p.m. y aun nos faltan 600 kilómetros por recorrer". También era cierto que no es nada usual ver a dos occidentales haciendo trámite de exportación de vehículo por esa frontera.
Finalmente en el ventanuco me cambiaron de nuevo las placas, reemplazando las azules de exportación por unas placas temporales saudíes. Ahora solo restaba ir a pagar por el papel de legalización final, otro par de sellos y listo. Esto nos los explicó una pareja de hermanos Saudíes que viajaban con sus hijos y que estaban en el mismo trámite y que por supuesto también se habían colado al mismo tiempo que lo habíamos hecho nosotros. La ventaja era que ellos si hablaban árabe y nos añadieron lo siguiente: "Debemos apurarnos, porque nos queda poco tiempo para finalizar todo, el problema es que el banco cierra dentro de 20 minutos y está del otro lado de la frontera y los tramitadores en 30 minutos cierran hasta mañana. De todas maneras sígannos". Apenas emprendimos la marcha siguiendo a los árabes, nos vimos encerrados de nuevo entre el mar de camiones que no daban paso. Para ese momento David iba conduciendo porque yo debía bajarme en cualquier momento a firmar papeles y pagar lo restante. En medio de ese encierro a mi se me perdió la mirada, pensando en la amanecida en carretera y en la disculpa en la oficina por llegar un día tarde, pero en ese momento me dice David que siempre ha sido un tipo positivo: "Luisro, sentí pues el ángel güevón, mirá que el cuchito se bajó a pedir paso a pie". Cuando miré, efectivamente uno de los dos árabes se había bajado del carro con la "Subha" (el equivalente a nuestro rosario) en la mano, abriendo camino como Moisés cuando con el bastón abrió el océano, que para este caso era de camiones y contra el tiempo. Finalmente logramos llegar a la oficina de la legalización que parecía plaza de mercado con cajas llenas de frutas, cabras, muebles y electrodomésticos por todas partes y nos dijeron que corriéramos al banco. Hace rato no corría tanto y menos con angustia de no llegar y de ñapa atravesando la frontera a pie. Además no podía dejar a abandonado a quien nos venía guiando, quien corrió enérgicamente a pesar de ya rondar los cincuenta años. Entramos al banco de últimos, pero adentro había otras 40 personas en fila. Con lo cual llamé a David, quien se encontraba esperando en un galpón asqueroso del otro lado de la frontera y le dije que creía que no alcanzábamos a hacer el trámite.
Por fin logramos pagar, pero efectivamente ya era tarde y la policía de trámites había cerrado, así que estos señores árabes entre conversada y conversada se transaron al policía que ya se iba, para que nos ayudara a cambio por supuesto de una propina, la cual accedí a pagar. Subimos entonces al tipo al carro y casi nos hace desmayar con el nauseabundo olor que traía y aunque este detallito es muy frecuente por estos terruños, nunca vamos a poder acostumbrarnos, tuvimos entonces que bajar todas las ventanas del carro y no apagar el aire acondicionado. El tipo nos hizo parar en un descampado y me llevó a una oficina aparte, prendió luces, computador, y en un par de minutos me dio el preciado papel con el cual ya podía pasar el carro. Luego me dijo: "¡Khalas! (listo) arranque pues que eso era lo que necesitaba." Salí de allí cansado y mal genio pero ya con la tranquilidad de poder seguir el largo camino que aún faltaba. Regresé entonces al sitio donde me esperaba David, quien para ese momento ya estaba sin los árabes, quienes habían seguido su camino.
Eran ya las 5:30 p.m. y luego de haber por fin cruzado la frontera, caímos en cuenta que no habíamos almorzado ni tampoco le habíamos dado las gracias a los árabes que estuvieron siempre al lado nuestro hasta estar seguros que tuviésemos todo lo necesario para seguir.
Antes de pensar en almuerzo, decidimos tratar de alcanzar a los árabes, pero no hubo necesidad de correr, estaban parqueados en la primera estación de servicio a pocos kilómetros de la frontera. Los buscamos en la tienda, pero no había nadie, con lo cual lo más certero era que estuviesen en la mezquita rezando. Pasados un par de minutos salieron de allí, les agradecimos por toda la asistencia y uno de ello remató con lo siguiente: "Yo soy Saudí, pero que se joda Arabia Saudita y su gente. Odio esta clase de trato y lo poco organizados que son. Y, ¿ustedes que? Tienen cara de no haber comido nada, ¿cierto?, le respondimos que no pero que ya buscaríamos algo en la tienda y nos dijo: "no, no, no, no faltaba más, Mohammed, tráigale un par de sánduches y juguitos a cada uno" cosa que aceptamos entre agradecidos y sorprendidos por la amabilidad de esta gente. Luego de intercambiar teléfonos, nos invitaron a seguirlos, emprendiendo así, bajo el ocaso de un inmenso sol rojizo y de la imponencia del desierto, el camino que nos llevaría de nuevo a Riyadh.
Nuestros guías se quedaron en una ciudad a medio camino, de allí en adelante continuamos solos la ruta no sin antes hacer una ultima parada técnica, esta vez solo para permitirnos ver un espectáculo que solo puede apreciarse en entornos desérticos como este: bajarse a contemplar en oscuridad total, una bóveda celeste que solo había visto en películas y en el planetario. Fue alucinante ver tal cantidad de estrellas que, entre "fijas" y fugaces, se encargaron de cerrar con broche de oro el largo y angustioso día. Claro, eso sin dejar por fuera que uno de los señores árabes me llamó al celular, cuando sus atinados cálculos intuyeron que habíamos llegado a Riyadh, tan solo para preguntarnos si finalmente habíamos llegado bien. Como ven, después de ese último detalle, opté por creer lo que me dijo David acerca del Ángel, porque de no haber sido por este par de personajes, creo que aun estuviéramos dando vueltas en esa frontera.

Hasta una próxima ocasión.

10.09.2009

Comunicado # 17. Vida de Compound. Y el asunto de marcar territorios….



Nota: Compound: Recinto de viviendas donde suelen vivir las comunidades occidentales en Medio Oriente muy similar a lo que conocemos en Colombia como unidad residencial.

Hola a todos. Cuentan quienes vivieron en Riyadh antes del año 2003, que ya nada fue lo mismo una vez que en el mes de mayo del mismo año ocurrieron los atentados terroristas que dejaron en pánico a la ciudad, no solo por la cantidad de muertos que ello dejó, sino por la zozobra de sentirse perseguidos y amenazados por el simple hecho de ser occidentales. Cuentan también, que el éxodo de muchas de las familias que habían venido a Arabia buscando un mejor futuro fue alucinante, y que quienes decidieron permanecer, lo hicieron bajo la promesa de las más estrictas condiciones de seguridad.
Digamos entonces que ahora, este es el panorama que antecede lo que hoy en día heredamos en condiciones de seguridad en los Compounds donde vivimos. Ese año marcó un antes y un después. Antes, muchos de los Compounds ni siquiera tenían muros que los delimitaran, simplemente eran conjuntos de casas tipo insertadas en la ciudad que se mezclaban con las calles sin problema alguno. Hoy en día, para acceder a cualquiera de ellos, por ejemplo al nuestro, hay que surcar mil controles, lo primero es abrir la primera puerta con tarjeta magnética, luego esquivar barricadas de concreto en zig-zag que garanticen la mínima velocidad del vehículo entrante, luego llegar a un primer control donde hay que abrir el capó para verificar que no cargas nada peligroso, te piden igualmente que abras el baúl para tener seguridad que no entres ni licor ni mujeres. Luego de esto, continuas surcando más barricadas de concreto custodiadas por un par de tanquetas militares con camuflado tipo desierto y cada una de ellas con un par de soldados que tienen unas armas rarísimas que parecen de plástico, luego viene el segundo control donde cuando no te conocen te paran para que muestres la identificación de que vives en ese Compound y ¡listo! ya estás adentro. Para mi, la experiencia de esta imagen fue bastante pesada y depresiva los primeros quince días, ya luego te vas acostumbrando y lo ves como un proceso rutinario normal. Pero al principio era inevitable acordarme de mi señora madre cuando en mis épocas de Colegio me decía: “Ay lucho, yo le pido mucho a mi Dios que no te lleven para el ejército, pero si es inevitable, ojala que te lleven al Sinaí, porque allá no hacen nada y pasan delicioso” confieso que por algún tiempo hasta me hice a la idea de prestar el servicio militar en ese desierto, pero ya ven como es la vida, no me tocó el Sinaí, pero estoy viviendo algo similar en imagen a tan solo “dos cuadras” de allí. Hago la analogía, porque al principio me parecía que siempre estaba entrando en una guarnición militar, y mientras estaba reparando en cada entrada y salida del Compound el doble cerco de seguridad que lo circunda (una reja exterior con remate en alambre de púas, después una vía interna de servicio y luego un muro como de 3 metros de altura rematado también por el mismo alambre, más una seguidilla de sirenas rojas y naranjas que distan unas de otras unos 4 metros), estaba pensando para mi mismo: “Ehh! LR, tanto fregar tu mamá con lo del Sinaí, eso era porque ya presentía que en algún momento de la vida estarías por estas tierras viviendo algo parecido”.
Y eso que puedo contarles que nuestro Compound es de los más relajados con respecto al tema del control, pero hay otros, por ejemplo donde jugábamos softball, que nos tocaba llegar con una hora y pico de antelación al juego, porque los controles tomaban cerca de 40 minutos que se te iban en caminar desde un parqueadero al otro lado de la autopista, luego surcar a pie un par de controles del ejército Saudí a quienes debes enseñar identificaciones, luego pasar a un control del gobierno de otro país que me abstengo de mencionar y quien es el dueño temporal de dicho Compound. Una vez allí, te cambian tu tarjeta de residencia por una tarjeta de visitante que te autoriza a entrar luego de que pases el control de metales y requisas tipo aeropuerto. Luego pasas a una sala de espera donde te recoge una busetica cuyo conductor es un escolta que te lleva hasta el campo de juego y se sienta en las tribunas a esperar a que se acabe el partido para llevarte de nuevo a la salida.
Se que todo esto suena extremo, asustador y tal vez hasta paranoico, pero para una ciudad pasada de tranquila como lo es Riyadh, se trata más de un tema de marcar de territorio: ustedes aquí(musulmanes) y nosotros allí (gente de occidente). La explicación no es otra cosa que los saudíes juiciosamente musulmanes y respetuosos de su ley, piensan que no deben contaminarse con lo que sucede al interior de los Compounds y por ello mismo tienen prohibido el acceso a estos recintos. Claro que no falta alguna que otra oveja descarriada que por gozar de doble nacionalidad, se las ingenia para entrar con otro pasaporte.
En parte es entendible, porque dentro de los Compounds por su calidad de “pueblo pequeño” se ve de todo lo que a un árabe saudí escandalizaría: Licor casero o a veces “del bueno”, mujeres sin Abayah, o lo que es mejor, mujeres en bikini en las piscinas compartiendo en absoluta normalidad con los hombres como en cualquier sociedad civilizada, fiestas, porque también algunos Compounds tienen bares y las rumbas son cada fin de semana, etc.
Dentro de los Compounds, la vida se lleva más o menos con normalidad, generalmente están bien equipados con gimnasios, piscinas, restaurantes, supermercados, lavanderías, canchas de tenis, squash, micro fútbol, baloncesto, etc. Es de alguna manera a las cosas que estamos acostumbrados en nuestros países, pero no me refiero a lo que ellas mismas significan en sí, porque en cualquier parte del mundo estos equipamientos son necesarios, sino a “el cómo” se suceden las relaciones humanas dentro de ellos, que es lo que corresponde a nuestro canon de “normal”.
Al fin de cuentas siento que se trata de un asunto de respeto: nosotros no queremos afectar a ninguna cultura (y menos a la local) con nuestras costumbres, pero tampoco queremos que se nos juzgue bajo la óptica de restricciones religiosas y sociales que consideramos absurdas. Y se, que aunque no es ni lo ideal ni lo humanamente civilizado, mientras que las maneras de concertación y respeto sean poniendo cercos y muros entre nosotros, pues que sigan existiendo.

Hasta una próxima ocasión.

8.18.2009

Comunicado # 16. Desde adentro del Cuartel. En Tierra de Vacas Sagradas: India….


Nota: Para comprender de mejor manera esta entrada es bueno haber leído con antelación la entrada # 8 de este mismo espacio.

Hola a todos. Tengo un vago recuerdo que de niño siempre me inquietaba de sobremanera la geografía: eso de saber sobre capitales, sobre lugares remotos, sobre países apartados, sobre cómo vestiría la gente en otras latitudes ocupaba bastante tiempo de mi vívida infancia. Luego con el pasar de los años esas inquietudes fueron transformándose en sitios concretos, que al final no terminaron siendo otra cosa que el unísono de lugares comunes cuyo génesis era la reunión de imágenes del cine, de fragmentos de textos, de historias de viajeros, pero sobre todo de “ósmosis popular”; de esa manera tan fácil de interesarnos solo por lo que nos cuentan otros o de lo que nos queda grabado por física repetición, pero nunca por inquietud propia. Por eso siento que cuando se nos pregunta: "¡Ey vos! ¿Qué parte del mundo te gustaría conocer?" Yo creo que sin falta escucharía: "¡Uy! Hermano a mi me gustaría ir a La India, o a La China, ¡ah no, ya sé! Mejor Egipto. ¡Eso! Te imaginas". Pero pare de contar. Ya sé que me dirán: "Ey Viejo, pero está súper de moda ir a Argentina y a Chile". Pero de verdad me sentiría muy contento de escuchar deseos que no estuviesen vinculados con el imaginario colectivo sino con el interés personal de enterarse que el Mundo es enorme y por ello mismo naturalmente rico en variedad.
El problema de solo tener información referida fundamentalmente por el cine, los libros o la televisión, es que en su mayoría dicha información viene encapsulada en dosis idílicas, místicas, y yo diría que hasta mágicas y que hace que elabores tu propia imagen de los sitios de una manera enamoradiza y casi perfecta, pero eso sí, nunca real. Recuerdo que algo así menciona Richard Sennett en su libro Carne y Piedra, cuando habla de la desilusión que puede causarle al hombre cuando tiene interiorizado la perfección del sexo del cine lleno de sábanas blancas, música lenta, ausencia total de sudor, de mantos que ondean suave y libremente por el ambiente e incluso del espacio mismo donde se sucede y cuando esto lo compara con el sexo real. Pues lo mismo ocurre cuando pisas las pirámides de Egipto y en vez de ver la mística y aventurera presencia de Indiana Jones, lo que te encuentras es al popular vendedor de paletas que te persigue hasta el agobio, también el señor que te quiere tomar la foto, el otro que quiere que tus niños se suban al camellito y así sucede con la mayoría de los sitios icónicos del mundo.
Por ahora me voy a ocupar del país que ya no se si cariñosa o fastidiosamente llamamos “El cuartel general de La S.S.: India” y de la fugaz visita que con motivo del matrimonio de un buen amigo tuvimos la oportunidad de vivir.
Antes que nada y después de este “ladrillazo” introductorio quisiera manifestar que siento mucho que lo que les cuento a continuación sea una de esas desilusiones de las que hablaba un poco más atrás porque nada mas alejado de esa India mística de ensueño, de esa India milenaria que llevamos soñando conocer toda la vida a lo que te encuentras en la realidad. De todas maneras esta fue una de esas experiencias a las que uno acude como soldado avisado, porque esto de vivir en medio oriente ya te va dando cierta experiencia con el personal de la India y cada unos de sus agentes S.S. (valga la pena decir: unos 1.100 millones) ¡Y como no! de sus expertos ataques al hombre occidental.
Uno aborda el avión con una sensación dual, medio molesta, que creo viene de la dicotomía de estar por un lado fascinado por saberse rumbo a esa India maravillosa y tradicional, pero molesto por el otro, porque acaban de pasar las azafatas rociando ambientador a dos manos a lo largo del avión para mitigar el olor tan maluco y muy propio de esta gente, y esto ya te iba dando una idea de lo que te esperaría al llegar. ¡Y ojo! No es xenofobia, huelen así, como a especias, a curry, a sopa. Es más, recuerdo a varias amigas azafatas en Dubai como refunfuñaban cada que les tocaba un vuelo a India, Sri Lanka o Pakistán, todas coincidían en que se ponían un poquito de mentol o de perfume debajo de la nariz para no tener que soportar el peculiar olor. Es de verdad que nosotros en nuestra cultura del “ultra aseo” no estamos acostumbrados a semejantes aromas.
Luego de pisar suelo Indio, y una vez has logrado superar los controles de inmigración que significa entrar por New Delhi y sus apretadas filas, quedas ya a merced de lo que los agentes de La S.S. tengan preparado para ti, que además, solo quiere decir una cosa: ataques múltiples inminentes.
Tomo entonces un taxi viejísimo y destartalado, bajo un calor de 36º y humedad de 70%, con un taxista que no tiene ni la más remota idea donde diablos queda el hotel, pero que arranca así sin más, y uno que ya va bastante agobiado por el calor le dice que si puede prender el aire acondicionado del carro (que aunque viejo, el carrito tenía) y el tipo te dice riéndose: “¡si! si tiene aire, pero malo” me digo a mi mismo: “Luisro: ataque #1 y contando”. Luego a medida que pasa el camino vas haciéndote conciente de la ciudad y de lo mugre y lo agobiante que es: ves basura por todas partes, todo el mundo conduce caóticamente y no usan los retrovisores, que además los tienen doblados para no rayar los demás carros cuando se juntan en cualquier semáforo, todo el mundo conduce pegado del pito que reemplaza los retrovisores porque te avisa sin error que ahí vas detrás y por supuesto que te apartes porque el otro necesita pasar. Encima conducen por el lado derecho como los británicos y uno para ese entonces aun no se acaba de familiarizar con ese lado y todo te parece contravía y ¡claro! Que todos te van a chocar; y eso sin contar la nube de los que ellos llaman “Tuc – tuc” que son unos carritos como los que tenía “todoelmundo” en la novela “Las Juanas” pero con el estilo de conducir de moto taxista costeño. Finalmente a punta de preguntar y preguntar y después de dejar descansar las manos de lo fuerte que venías agarrado en el taxi, logramos llegar al hotel donde un botones me indica la habitación y me hace hincapié en que ahí dentro del closet hay una caja de seguridad donde guardar cosas de valor. Mientras me preparo para salir a la calle, separo el pasaporte y tiquetes de regreso para guardarlos en la caja y ¡oh sorpresa! La caja no se puede abrir. Acto seguido llamo a recepción donde me envían a un fulano que me dice: “Buenos días, yo soy el manager del piso y vengo con esta llave a abrirle su caja”, el tipo intentaba e intentaba sin resultado alguno, a lo que le dije: “mira, esa llave tiene un número que no corresponde con el de esta caja. Debes cambiarla por la llave apropiada” y me responde: “¡Ah es verdad!, déjame llamar al General Manager que el hace eso”, ya yo iba anotando en mi libreta de apuntes: “Luisro: ataque #2 y contando”, luego de cinco minutos llega otro tipo, pero ya este con corbata, se presenta como el General Manager y también procede sin éxito. Este tipo usa el mismo recurso del anterior y me dice: “ummm, vamos a tener que llamar al Superior General Manager, porque yo no pude”, al cabo de un momento llegar un fulano ya canoso y evidentemente superior a los otros dos, e igualmente fracasa en el intento de abrir la jodida caja y yo ya me andaba enervando a lo que el tipo se anticipó y me dijo: “De verdad lo siento mucho señor, pero esto lo tendrá que hacer el Gerente general del hotel, pero llega hasta dentro de media hora. Pero lo invito a que pase y tome su almuerzo mientras espera”. Y suelta esa risita de amabilidad, pero que ya uno sabe que es la satisfacción de sentir como se lleva un ataque a la perfección. Yo caminé echando humo por las orejas rumbo al restaurante donde el mesero antes de tomar el pedido me pregunta que si quiero algo de beber y le digo que me traiga una Sprite. Luego de dos minutos me dice: “señor no hay Sprite, ¿le parece bien una 7up?", le digo que si, que eso es lo mismo. El hombrecito vuelve con una cosa distinta llamada Mountain green y me dice con el desparpajo de una excelente agente S.S.: “Señor aquí tiene su gaseosa, no es Sprite, pero le juro que sabe a 7up”. Allí, en esa mesa, comencé de manera automática a buscar las cámaras escondidas para confirmar que estaba en algo parecido al “Truman show” porque sentía que al otro lado de los televisores estaba saliendo como el hazmerreír de todo Bollywood y la gente en los bares y plazas de Bombay celebrando con cerveza y con letreros que ponían: “Luisro: ataque #3 y contando”.
Bajé de nuevo a la habitación con la firme decisión de marcharme sin insistir en lo de la caja de seguridad, pero curiosamente el Gerente General del hotel me estaba esperando en la puerta y cuando entramos simplemente pasó una tarjeta magnética y la caja abrió inmediatamente. Al parecer ya les había parecido suficiente con los ataques del día y me dejaron libre por un momento.
Ya para salir a hacer los típicos recorridos turísticos contraté un taxi para todo el día. Para mi sorpresa me tocó con Ajay, un conductor bastante educado y servicial quien me enseñó la ciudad y muchos de sus vericuetos de una manera bastante completa. El problema con Ajay, era que yo no contaba (o al menos lo había olvidado por un momento) con un par de detalles que son de lo más naturales para la cultura India: uno, el escupir en todas las esquinas o abrir la puerta del carro en un semáforo y hacerlo simultáneamente con otros desprevenidos conductores; y la otra, estar eructando cada que les place, por ejemplo a nuestro amigo Ajay le conté once eructos durante el día de recorridos. También tengo que contarles una metida de pata que cometí con Ajay: resulta que comencé a ver por la calle a unos tipos vestidos con pantalonetas y camisetas naranjadas cargando unos palos llenos de adornos y saliendo de una carpa con música y llena de bananos, fritos, agua, etc. Y se me ocurrió preguntarle a Ajay: “Oye ¿eso es una feria? ¿O un circo? A lo mejor vale la pena entrar". Y el tipo medio serio me responde: “No hombre, eso es un ritual anual de mi religión Hindú y lo que cargamos en esos parales es agua que traemos desde el lugar sagrado hasta estas carpas” Quedé como muñeco de Condorito: ¡Plop!
India es un país donde estos asuntos excretorios son bastante normales, pero no por eso dejan de ser agresivos y desagradables para el turismo, se puede ver de todo, desde lo que les conté con el taxista hasta gente defecando en colectivo y a la vista de todos. Aunque igual pienso que no les debe importar mucho puesto que el grueso del turismo es fundamentalmente local, o sea indios de otros estados que deben ver todo normal. A mi me seguirá pareciendo extraño, pero cuando se trata de lógicas inversas, los Indios son los campeones, por ejemplo, les preocupa que a las mujeres jóvenes se les vea algo del dorso y las mantienen bien envueltas en los Sarees (traje típico de la mujer India), pero cuando están viejitas el pudor ya no existe y andan con las carnes colgando y el Saree queda reducido a ponerse una especie de top con una manta encima pero que inevitablemente deja al descubierto esa horrible pero natural “mondonguera” que a todos nos cae con la edad.
Igualmente existe un grave problema con la natalidad femenina, puesto que se considera un verdadero problema tener hijas, porque el pensamiento inmediato es en la dificultad de conseguir la dote para poderlas casar bien casadas porque de otra manera es la mayor deshonra familiar no poder hacerlo. Por esto mismo se ha generado un problema social tremendo de asesinato de neonatas. Incluso me contaban hace poco, que hay muchísimas casas de la congregación de La Madre Teresa de Calcuta donde reciben las niñas que los padres no quieran quedarse con ellas y que igualmente no opten por asesinarlas. Simplemente las dejan allí por una ventanita que está abierta las 24 horas y te desentiendes para toda la vida de tu hija y la dejas a la buena suerte de la crianza que le den las monjitas. Y al parecer estas casas no dan abasto.
Ya para este punto, cuando llevas unos 4 días en este territorio y has recibido tal cantidad de información y así mismo la has contrastado en tu mente con tu lugar de origen, muy atrás ha quedado ya, esa imagen de India de ensueño y ya estás cansado de comer esos potajes multicolores que componen la gastronomía India y lo único que deseas es darle un buen mordisco a una hamburguesa para tratar de alejarte de ese mundo. Es ahí cuando te entra el desespero por encontrar un Mc.Donald´s, pero cual sería mi sorpresa, que al hallarlo, solo había tres productos: nuggets, wrap de pollo y hamburguesa de pollo; e inmediatamente recordé a mi profesora de primaria cuando decía: “recuerden que en la India no comen vacas porque son sagradas”. Aunque a la profe le faltó contarnos que en algunos estados Indios no se comen la vaca pero si al toro. Como ven la ilusión de una hamburguesita de carne quedaba fulminantemente desmoronada.
Como ven, India es un país de contrastes y de cosas extremas y no es ningún mito eso de que la gente va montada en los techos de los buses, ni que la pobreza es evidente a puntos de miseria: es común ver gente durmiendo en la calle, dentro de canecas, en charcos y creo que de alguna manera esto revela la existencia de gran variedad de religiones que deben tratar de ofrecer algún tipo de fe que pueda mantenerlos con vida, con esperanza, porque con seguridad ante tanta miseria en algo se habrá de creer, y a pesar de que cuando se trata de atenciones estas personas son bastante cálidas y hospitalarias, a mi me queda la sensación de que se han ido abandonado a una suerte decadente que con seguridad no tendrá un buen final. Ojalá me equivoque.

Riyadh, Saudi Arabia. Hasta una próxima ocasión.

7.10.2009

Comunicado # 15. La hora del rezo. A propósito de lo insólito….


Hola a todos. Continuando con la serie de cosas insólitas que vamos descubriendo por nuestro trasegar en Oriente Medio, esta vez he querido contarles el como muchas veces la fuerte devoción religiosa de estos personajes puede llegar a afectar nuestro tiempo y espacio en la vida cotidiana.
Así como en muchas de nuestras ciudades occidentales nos quejamos por la falta de tiempo, por los largos desplazamientos, por lo lento del transporte público, por los largos trancones, etc., así mismo nos podemos quejar en Saudi Arabia de “La Hora del Rezo”, puesto que este país es relativamente tranquilo en los aspectos mencionados anteriormente; y ¡créanme!, cuando alguna ciudad es excesivamente tranquila siempre habrá algún motivo para quejarse.
Aunque no me guste mucho la palabra “queja”, me voy a permitir usarla porque me parece que es la que mejor se ajusta en términos de reacción humana ante una situación que no te es para nada normal y que además te puede dejar altamente sorprendido por simple incomprensión de la misma. Se que esto puede sonar un poco confuso pero ya verán como todo se va aclarando a medida que vaya avanzando este relato.
Resulta pues, que como ya alguna vez les había contado, cada musulmán debe rezar religiosamente cinco veces al día, cosa que yo no le veía mucho inconveniente en la medida que ello se manejara dentro de un marco de respeto y de no afección a nuestras costumbres, además veníamos acostumbrados a los “informales” rezos que realizaban nuestros compañeros musulmanes en Dubai, cosa muy distinta a lo estricto que se maneja este tema en Saudi Arabia. Como sabrán, cada rezo tiene unas horas específicas que van cambiando durante el año conforme a su propio calendario, que entre otras cosas está regido por la luna, y que además, como dato curioso les cuento que los musulmanes están en el año de 1430 y así mismo debemos fechar toda correspondencia con ellos. Pero bueno, continuando con lo que venía, el ritual del rezo además de los tiempos, exige, que cada persona antes de rezar se lave los brazos de los codos hacia abajo y las piernas de las rodillas hacia abajo, con lo cual es bastante habitual encontrar lavatorios en mezquitas, centros comerciales, aeropuertos o en cualquier sitio público. Debo reconocer que Riyadh, debido a su devoción, está muchísimo mejor equipado para esto que lo que está Dubai con su invasión occidental. En Dubai, ante la ausencia del recurso lavatorio, era habitual entrar a los baños echando “madrazos” porque antes del rezo estos hacían fila y se lavaban con la manguera que está al lado del sanitario y dejaban el baño vuelto una total piscina. De verdad era muy desagradable. Y eso cuando no era que veíamos a unos con dotes de malabaristas con los pies montados en los lavamanos comunes, lo que nos causaba un gran desaliento y preferíamos lavarnos las manos luego cuando la impresión de fastidio se nos hubiese olvidado un poco. Aunque también tenía su lado cómico que, una vez limpios, se dirigieran al salón de juntas a rezar con los pantalones del cachaco remangados al igual que sus camisas, todos se parecían a Tom Sawyer cuando jugaba en el río.
Es también habitual encontrar cuartos de rezo en todas partes, puesto que todo debe estar equipado para rezar donde los coja la hora. Aquí les cuento que donde no hay cuartos, estos se las ingenian para hacerlo, por ejemplo, en los edificios que tenemos en obra, los trabajadores se lavan con las mangueras y buscan un sitio apartado, tiran un cartón en el suelo, y a rezar. Aunque he visto un par de casos aun más insólitos, una vez conduciendo por una autopista de alta velocidad en las afueras de Dubai, vi como dos obreros parqueaban su carro a un costado de la vía y se tiraban ahí en el asfalto a rezar ante el temor inminente de quedar condenados por no hacer el último rezo del día. O, en otra ocasión regresando de Abu Dhabi a Dubai en un Microbus, el conductor paró en una mezquita de carretera y nos dijo que iba a rezar y nos dejó ahí tan tranquilo dentro del carro, por supuesto todo el mundo estaba disgustado y más sabiendo que el ultimo rezo es el más largo. El hombre regresó al cabo de media hora y al ver nuestras caras de disgusto, nos miró así como quien dice: ¿Qué? ¿Entonces no rezo pues? Como ven, aunque a excepción de este par de situaciones, las historias con el rezo no influían tanto como aquí en Riyadh, donde todo el mundo carga en la billetera una especie de calendario con los horarios del rezo semana a semana, y no es en broma, pero es una herramienta supremamente útil, pues aquí todo se muere a “la hora del rezo”. Hay incluso muchos sofisticados que tienen en sus I Phones la aplicación “I Pray”, que te marca digitalmente los mismo que el calendario de billetera, se incluso que también hay una versión para Nokia, pero aun no la he podido bajar. Es muy anecdótico, pero no por eso deja de ser molesto esto de que todo lo cierren a la hora del rezo. Por ejemplo, la primera semana que estuve en Riyadh fui al Carrefour a hacer la compra y escuchaba como todos antes en el carro hablaban de ¡pilas con el rezo!, pero la verdad como que no me enteraba de lo que ello significaba, permanecía tranquilo. Pero una vez adentro entendí, estaba comprando unas verduras cuando una voz por la megafonía anunciaba que en 10 minutos comenzaba el rezo, yo, naturalmente no entendía, y cuando me dispuse a pesar las verduras el hombre que las pesa me dijo: ¡Ah, lo siento…me voy…es hora del rezo! Y me dejó ahí parado y no me pesó nada. Poco a poco fui notando como se iba amontonado la gente que esperaba pacientemente que el hombre regresara. Así mismo sucede en las cajas, si es hora del rezo, cierran el Carrefour, todo el personal se va a rezar y te dejan ahí encerrado y con el mercado tirado en la caja. Por supuesto ya hemos aprendido a mercar mientras rezan, para que cuando acabemos, ya ellos hayan regresado. Y así con todo, en los restaurantes te piden que salgas, a no ser que ya estés comiendo, no te venden ni un tinto en ninguna parte, no hay bancos, no hay almacenes, literalmente NADA abierto. Lo curioso además es que cuando uno sale de trabajar a las 6 p.m, es cuando se puede salir a hacer “vueltas” como decimos en Medellín, pero claro, tienes que tener en cuenta que a esa hora aun quedan los dos rezos finales de día, con lo cual me quejo de tener que sacar el papelito de la billetera para programar mi salida, no a la hora que me plazca, sino a la hora que a ellos su rezo los deje hacer su trabajo.


Riyadh, Saudi Arabia. Hasta una próxima ocasión.

5.30.2009

Comunicado # 14. En Carne Propia. No es tan grave como parece, pero….


Hola a todos. Son muchas las cosas que hay por contar de Saudi Arabia, pero no quiero agobiarlos con mucha información ausente de profundidad, así pues, he preferido concentrarme en contarles las primeras impresiones después de casi tres meses de habitar en este país. Tal vez enuncie varios temas que seguro pasaré someramente por encima de ellos para ir dejando tema que sirva de material para unos próximos escritos, porque créanme, es mucho lo que da para hablar este terruño.
Desde que comenzó esta experiencia en Medio Oriente y una vez fuimos concientes de lo que significaba habitar en el mundo árabe, siempre nuestro mayor miedo fue el ser transferidos a nuestra sede principal en Riyadh, Saudi Arabia, puesto que los rumores que se escuchaban eran demoledores: que si lo estricto de la religión, que si la prohibición para las mujeres, que si las persecuciones contra occidentales por parte de La Mutawwa (policía religiosa), que si la pena de muerte en plaza pública, que todo ocio estaba prohibido, etc. Era de alguna manera el “coco” que frecuentemente nos asechaba. Incluso fue tanto el temor al asunto, que me animé a escribir en un comunicado anterior mi absoluta oposición a todo lo que escuchábamos (creo que lo hice como una catarsis al miedo…exorcismo personal del puro). Pero como al que no quiere caldo se le dan dos tazas, “tome pa´que lleve”, aquí estamos hoy trabajando en Saudi Arabia.
Si bien es cierto todo lo que contaba en el comunicado aquel; como enuncio en el subtítulo de este relato, la historia no es tan grave como se rumoraba o como muchos exagerados lo hacen ver, pero no por ello deja de sorprender, ni de causar miles de incomodidades en el día a día.
Una de las cosas que más me ha sorprendido, es que siendo Saudi Arabia el país petrolero mas rico del mundo y el mandamás de la región en términos religiosos y económicos, curiosamente es al que menos se le nota el desarrollo. La inversión en infraestructura en Riyadh, su capital (cuidad en la que vivimos) es poco notoria y esto se evidencia en que las vías no son las mejores, hay muy poca iluminación en ellas una vez te alejas un par de kilómetros del perímetro urbano; la ciudad es en un 90% plana (casas hasta dos pisos y uno que otro edificio de tres o cuatro), la ausencia de edificios en altura es notoria, solo dos rascacielos se asoman por la ciudad y esto es realmente poco si se compara con el vertiginoso y por ahora apagado desarrollo de sus vecinos: Dubai, Abu Dhabi, Doha y Manama. Esta ausencia de hitos, y el que la ciudad sea tan homogénea en imagen hace que personas nuevas como nosotros suframos constantes pérdidas de rutas, dificultad para encontrar los sitios, porque hay muy pocos referentes con los cuales orientarse y si a eso se le suma que la mayoría de los letreros están solo en árabe puro y duro….pues ya se imaginarán. En general, es una ciudad fea en imagen (esto es una opinión bastante personal), es algo así como una foto amarillenta de los 70´s, que cada tanto me descontextualiza del momento en el que estoy.
De todas maneras siento que todo esto tiene una razón de ser y no se puede ser tan duro en las comparaciones entre ciudades de Medio oriente, puesto que todas las ciudades que mencionaba atrás, son ciudades costeras y han tenido tráfico de buques cargueros desde hace unos 20 años para acá y de turismo desde hace otro tanto. Y casi siempre, estos modelos de ciudad por el movimiento tácito de sus puertos, se desarrolla de manera más rápida que una ciudad que está incrustada en medio del desierto como Riyadh y que su crecimiento obedeció más a la edificación de comodidades en un cruce de caminos, que a un prometedor desarrollo de una metrópoli.
No sobra decir, que las otras ciudades tienen igualmente una posición un poco más abierta con respecto a la influencia de occidente y son tal vez otro poco más permisivas en los asuntos del extremismo religioso, cosa que en Riyadh es casi impensable. Lo que en consecuencia favorece el desarrollo de unas y frena bárbaramente el progreso de la otra.
Riyadh, no es una ciudad con mucha historia, por el contrario, es una ciudad relativamente nueva y con todas las cosas torpes de quien está aprendiendo a caminar. No hace falta sino salir a la calle para darse cuenta de lo terriblemente mal que conducen estos suicidas del volante: se te pasan por la derecha, se montan por los separadores, van tranquilamente a 100 km/h en contravía, sin exagerar pasan a 160 o a 180 km/h por vías normales, pero lo que me ha parecido más incoherente es verlos en una glorieta, pues paran el carro en medio de ella y la vía la lleva entonces el que apenas va a entrar en ella y ¡ojo! Que además para hacer un retorno no le dan la vuelta de 360 grados a la glorieta, sino que se meten en contravía haciendo una U totalmente suicida y asesina si tenemos en cuenta que hay quienes conducimos de manera normal. Pero bueno, hay que ser comprensivos y entender que esta gente además de haberse bajado de camello antier, también tienen un chip que les dice: “este país es mío, y en él, hago lo que se me de la gana”.
Hemos estado también afectados por el clima (creo que esto se debe a esta época específica del año), Riyadh, por ser ciudad interior es absolutamente seca. La humedad es casi imperceptible, lo que hace que la piel se te reseque tremendamente y que la retención de líquidos en el cuerpo sea muy alta. Hay que estar hidratándose constantemente y ya hasta se nos ha vuelto normal el uso de crema de manos en todo el cuerpo. Y ni que decir del famoso chapstick, ya es un artículo de primera necesidad y cada uno de nosotros lleva uno en el bolsillo. También es frecuente tener un color amarillento en la ciudad debido a las constantes tormentas de tierra, que son algo muy parecido al smog, solo que te afecta más directamente, quiero decir, que eres más conciente de ello, sobretodo si estás afuera haciendo deporte o simplemente caminando, solo cinco minutos y ya tienes la garganta seca del polvero y cuando llegas a casa y te limpias la nariz, te puedes sorprender de la duna que te sale; ¡je,je,je! ya se que es una exageración, pero algo tiene de certeza.
Otro detalle que contribuye a que la imagen de la ciudad sea un poco pesada, es la proporción de población árabe vs. Población occidental, en Dubai estábamos acostumbrados a que los árabes, así fuese su ciudad, eran una minoría, pero aquí es totalmente al contrario y la minoría ahora somos nosotros, sales a cualquier sitio y está lleno de mujeres con Abayah (que aqui es siempre obligatoria) y de hombres con Thob (nombre que recibe en Saudi Arabia el traje tradicional árabe), es una imagen de figuras blancas y negras muchas veces intimidante, sobretodo cuando sabes que tu eres el raro en el entorno y muchas veces se reciben miradas extrañas, en ocasiones acusatorias, pero que más da, nos consideran infieles en tierra sagrada.
Se que todo esto no suena muy agradable, pero insisto, no es tan grave como parece y no estoy sufriendo precisamente de mal de vereda con el país, simplemente vas con despacio buscando adaptarte a culturas extremistas como esta. Aunque algo me dice que nunca vas a terminar por adaptarte a algo que te es tan ajeno.

Hasta una próxima ocasión.

4.19.2009

Comunicado # 13. ¡Closing – Crisis - Closing!: Vientos de crisis.


Hola a todos. Closing, crisis, closing, crisis, closing, eran las palabras más comunes que podían escucharse por los meses de Diciembre (2008) y Enero (2009) en Dubai. Por donde quiera que caminabas, o con quien quiera que hablaras o lo que fuera que leyeras cuando abrías un periódico era lo mismo: “…todo está cerrando por la crisis…” quizá, para ese mismo momento, estaba sucediendo lo mismo en todos los rincones del globo, pero de alguna manera todos quienes habitábamos en Dubai teníamos un cierto aire de fresquillo como quien está seguro de tener algo en sus manos. Lastimosamente, y para sorpresa de todos, no vimos venir el gran debacle económico que se nos venía. Todo pareció como su hubiese sucedido en un par de semanas, y de esa misma manera a todos pareció tomarnos por sorpresa. Pero claro estaba que la historia ya venía de tiempo atrás por el alto nivel especulativo que se permiten tener estas economías emergentes y mas aun, por sentirse ellas mismas imbatibles ante cualquier crisis.
El ego de sentirte los niños poderosos de la zona, las constantes demostraciones de poderío económico y de desarrollo y de todo el sinnúmero de historias fantásticas y desbordantes que siempre solíamos escuchar de este Disneyland que se ha preciado de ser siempre el “más” en todo, los hizo olvidar que en cualquier momento todo se podía caer tal cual como sucedió. Había que ver como en un par de semanas los rostros de felicidad, comodidad y buena vida fueron transformándose en rostros de preocupación e incertidumbre. Fue entonces una constante comenzar a asistir ya no a cumpleaños y a barbacoas sin motivo sino a despedidas de amigos, era cosa de cada semana decirle a alguien adiós. Fue entonces cuando todos decidimos preguntarnos que iba a pasar con nosotros mismos, porque ya se veía que el problema era grande y colectivo. No obstante, todos seguíamos con la esperanza de que la historia fuese solo pasajera, aun se pensaba que era cosa de días o a lo sumo un par de meses y que una ayudita aquí, otra por allí y un que otro préstamo de la banca internacional podía echarle una manito a mover la ciudad, ¡pero nada! Todo era un NO rotundo por doquier, el Mundo también andaba sumido en lo mismo y el efecto dominó de la caída de economías más poderosas dejaron a la ciudad viviendo en un tiempo de incierta recesión. Ya ni el petróleo era una fuerza grande de ayuda al verse también afectado de manera natural por el freno Mundial.
También era natural, el comenzar a escuchar cifras que por lo grandes parecían exageradas, y me atrevo a decir “natural” porque en tierra donde siempre todo es “lo más” pues también lo son sus crisis y sus efectos directos: se encontraron la módica suma de 3000 mil vehículos abandonados entre los meses de Octubre y Diciembre (2008) por varias partes de la ciudad, pero en su mayoría en los parkings del aeropuerto, todos con las llaves pegadas y con un letrero que ponía: “…I´m Sorry…”, vehículos que adquirieron personas que sintieron la misma tranquilidad de verse trabajando para una economía sólida e indestructible, pero que tristemente, al caer todo, se quedaron sin con que responder a los bancos por los créditos adquiridos, con lo cual la fácil era dejar el carro por ahí y que luego el banco, a través de la policía lo recuperara. Igual suerte corría la gente que se aventuró a invertir en propiedad raíz y comprar apartamentos sobre planos o con obra iniciada con el ánimo de que al cabo de uno o dos años se vendía el inmueble y éste, para dicho momento ya habría ganado entre un 20% y un 30 % de valor inicial, con lo cual era un “negociazo”. Para lástima de estas personas la cosa resultó ser absolutamente contraria puesto que hoy no hay quien quiera invertir en propiedad raíz y lo que es peor, el mismo susto de la gente que se apresuró a vender generó una sobreoferta que bajó de inmediato los precios un 20% del valor por el cual se adquirió y por el cual ya estaban comprometidos a pagar al menos por 15 años.
Era innegable que la crisis era notoria. Se podía conducir con mayor fluidez, los trancones habían desaparecido, incluso restaurantes del popular “almuerzo ejecutivo” donde antes había que hacer fila por las mesas, hoy en día podías elegir la que mas te gustara. Se hablaba también de que el ministerio del interior y su departamento de inmigración estaban colapsados por la cancelación de 1000 visas de trabajo al día (a mi me parece exagerado, pero era lo que se decía), se comentaba que las empresas constructoras más sólidas estaban despidiendo a sus altos ejecutivos por ser el personal mas costoso, así como en otras se despedía gente en masa: unos 500 empleados de un solo tajo, se dice que en total en Dubai se frenaron 1500 proyectos de construcción con todo lo que sabemos que ello acarrea, que para no ir más lejos, yo soy uno más de los tantos que ha tenido que desplazarse a otros rumbos, claro que no todos contamos con la suerte de seguir en la misma compañía y que esta a su vez nos ofrezca sitio en otra parte.
Finalmente yo siento que todos estos momentos económicos son cíclicos, y que son necesarios para que el mundo se re-invente o se re-defina porque ya ha agotado recursos y métodos que no dan más y que necesitan una revisión para seguir moviéndose, el problema es que estas evaluaciones así como ocurre con nuestra vida, no se dan a menudo de manera natural, sino que se presentan momentos de choque que nos obligan a reaccionar. No niego que las primeras reacciones sean traumatismos e incertidumbres, pero luego vendrán otras más positivas. Así mismo, siento que estos momentos también tienen un final y que muchas de las cosas que hoy se ven como críticas e irreversibles, mañana serán ganancias para todos.


Desde un nuevo lugar…..Riyadh, Saudi Arabia. Hasta una próxima ocasión.