Hola a todos. Encerrado en el carro, cuando el tablero electrónico marca las 6:03 p.m., y suena de fondo el track número 6 de algún CD de Jack Johnson y mientras espero en el parqueadero exterior de uno de los aburridos centros comerciales de Riyadh a que pasen los 25 interminables minutos del rezo de las 6:00 p.m. pienso en lo que tiempo atrás les contaba que considerábamos como restrictivo en términos de ocio en Dubai, y que paradójicamente, ahora, dadas las condiciones restrictivas de Riyadh, aquello mismo, podríamos considerarlo el Paraíso.
Para poner un poco las cosas en contexto, me permitiré refrescarles lo que ya algunas otras veces les he mencionado sobre las penurias que constantemente pasamos por vivir en el mundo musulmán, pero que hoy son el pan de cada día por habitar en la más restrictiva de las ciudades practicantes de dicha religión. Aquí, la religión tiene prácticamente todo prohibido, cualquier cosa del mundo que nosotros consideramos "normal" es vista como algo que puede atentar contra la moral y las buenas costumbres del Islam, y es por esto que en Riyadh no hay discotecas, ni bares, ni cines, ni teatros, lo centros comerciales los fines de semana están disponibles solo para familias, lo cual nos excluye a los que somos solteros evitándonos la entrada con un guarda que nos detiene en la puerta; tampoco hay libertad de salir entre solteros de distinto género, los noviazgos no existen (al menos en el terreno visto y legal); el Internet por supuesto es restringido y ni siquiera a SoHo se puede acceder; las mujeres no pueden trabajar ni conducir; el consumo de alcohol es prácticamente impensable (de nuevo, al menos en el terreno visto y legal) y ni siquiera existen las pruebas de alcoholemia en los retenes porque se supone que el licor es inexistente. Solo hay dos emisoras y además son en árabe: en una se transmite el Corán todo el día y en la otra solo noticias; en algunos sitios de la ciudad se puede "piratear" una emisora con musiquita en inglés que viene de algún Compound privado, pero nada del otro mundo. Tampoco hay música en ningún sitio y esto si que es raro y molesto, porque cuando vas a un restaurante o a un café, al haber dicha ausencia de música, el sonido de cubiertos, vajillas y voces vecinas es ultra presente. Y bueno, la verdad es que podría seguir con una interminable lista de prohibiciones y cosas absurdas, pero ya a estas alturas todos se deben estar preguntando ¿Cómo diablos hacemos para sortear la vida en este desierto sin caer presos de la rotunda aburrición?, para ser transparentes, debo decir que es común que todos caigamos eventualmente en este estado, pero también, la situación misma hace que la gente sea creativa y genere espacios de esparcimiento de manera habitual. Por eso no es gratuito que Riyadh sea (al menos en mi opinión) la ciudad del mundo con menor capacidad a la espontaneidad de algún plan, aquí uno está agendado al menos con 15 días de anticipación. Es muy curioso como a uno lo programan con tanto tiempo de antelación para el cumpleaños de fulanito, para la despedida de menganito, para una comida en tal y cual parte, para una ida al desierto, etc. Pero es tanta la restricción de entrada a los Compounds y los planes que la gente arma, que necesariamente hay que saber de antemano con quien se cuenta y con que tiempo se hacen, no vaya a ser que se crucen los eventos.
En Riyadh, uno de los agentes más importantes en la adaptación es el instinto de supervivencia, éste, como buen motor de muchas de nuestras actuaciones en la vida, hace que nos las arreglemos de diferentes maneras para hacer del sórdido contexto lo más parecido a lo que nos hace felices en nuestro sitios de origen, por ejemplo, para nosotros que somos oriundos de un país caribeño, donde prácticamente es impensable una reunión sin un traguito que la amenice, aquí hemos aprendido a hacer vino y cerveza caseros, ya incluso hasta catando para determinar cual es el mejor, o en su defecto, mejorar la receta de las próximas "cosechas". Hay también quienes ya producen Baileys y otra cosa maluquísima llamada "Sadiki" que es algo medio camino entre Vodka y aguardiente, pero que a la larga no es otra cosa que el modelo árabe del embrutecedor y vulgar "tapetuza".
Para el asunto de la música no hemos tenido mayor problema porque aquí el IPod es un artículo de primera necesidad y cada quien carga uno en el bolsillo a todas partes. También es bastante habitual el consumo de otros "Gadgets" tecnológicos como GPS (para no perderse entre los vericuetos de esta ciudad), discos duros para poder almacenar todas las películas bajadas (léase pirateadas) de Internet que intercambiamos a diario, y la gran mayoría tiene en su casa alguna de las famosas consolas Wii, Playstation o X Box.
Paradójicamente, creo que Riyadh, aunque no lo parezca, puede ser un sitio peligroso para coger todos los vicios, aquí, quien llegó sin saber jugar billar, al cabo de pocos meses ya podría tacar con una sola mano, quien no sabía de póker, hoy sería temido en las Vegas, aquí cada uno domina más o menos 6 tipos de juegos de cartas y se mueve con facilidad en ellos, del dominó ni se diga y cuando hay la menor oportunidad de tomarse unos tragos de verdad (es decir, no caseros) hay que tomárselos todos porque no se sabe cuando será la próxima. Debo decir, para que no suene todo a panorama oscuro y terrorífico, que como en todas partes, se consigue de todo y más aun donde todo es prohibido, solo que se consigue a precios tan astronómicos que no merece la pena la inversión, por ejemplo, una botella de whisky en el mercado negro puede salirte en los mismos 800 mil pesitos, que comparado, eso no vale ni en Mango´s en Medellín en zona VIP y con mesero exclusivo.
A menudo hay fiestas, aunque yo personalmente no he podido acostumbrarme a ellas porque carecen mucho de espontaneidad. En su mayoría, se hacen en los salones de recepciones de los Compounds y normalmente tienen un tinte "ñoño" como de fiesta de quince, pero esta vez no actuando del lado de la juventud llena de hormonas por desaforar, sino del lado de los papás que sentados en una mesa, discuten (mientras se atoran del infaltable menú árabe de Hummus, Tabuleh, shawarmas y kebbabs) la primera media hora de lo mierda que es vivir en Arabia y después si, de cómo arreglar la política del mundo. Luego, hay un mundo reservado para unos pocos, donde hay que hacer lobby con mucha gente para que algún día te dejen acceder a los pantagruélicos "after parties" llenos de las actuaciones excesivas que son consecuencia de tener la cabeza en el "switch" de la prohibición. Eso sí, como falles una vez a una invitación de estas, no te vuelven a invitar más porque tu cupo será llenado por algún otro fulano ávido de experiencias que rompan con la monotonía de esta ciudad.
El asunto de los centros comerciales, es algo que ya tampoco me afecta, no tiene sentido ir a un sitio donde solo vas a ver un mar de bultos negros caminando en manadas y donde ni siquiera puedes distinguir (salvo lo que te diga la intuición al detectar maneras de caminar) si lo que hay bajo ese traje de Ninja es una viejita o una mamasita. Y sucede exactamente igual con todo sitio público de "ocio compartido", y más si tenemos en cuenta que todo está dividido en dos espacios que no tienen contacto alguno entre ellos: un lado está reservado para familias y el otro para solteros hombres, lo cual hace perder gran parte de la gracia que tiene el performance de ir a un restaurante y ver la gente, ver pasar los platos, ver quien llega, las pintas, la musiquita, etc., aquí cuando se ingresa a la zona de familias estás encerrado en un cubículo con cortinas o biombos que no te dejan ver las otras mesas (que por supuesto también son cubículos encerrados) y que cada que el mesero llega tiene que medio gritar: "¿Se puede?" y uno lo autoriza desde adentro, y si como cosa rara a alguno de estos agentes de la sociedad secreta se le olvida traer cuchillo, o te trae el jugo que no es, debes tocar un timbre para que este venga a atenderte. ¡Ah!, olvidaba decirles que a zona de familias solo puedes acceder siempre y cuando entre el grupo de amigos que salen a cenar haya al menos un matrimonio. Hay algunos sitios equipados con zonas de comida "abierta" es decir, sin biombos, pero igual solo para familias.
Bueno, de todas maneras yo creo que nosotros los occidentales nos las arreglamos para pasarla bien, y mal que bien, se ha aprendido a ganar tiempo para otras historias que también traen beneficios personales, aquí, como decimos en Medellín, se le ha metido fuertemente el diente al tema gastronómico y hoy en día nos tomamos el tiempo para preparar platos que son lentos y trabajosos, y se ha abandonado esa idea de nevera de soltero en la que solo hay cerveza, media de guaro empezada y dos limones secos, ¡no señor!, aquí uno se cuida y come sano y con tiempo. Incluso hemos institucionalizado desde hace unos meses para acá, algo a lo que llamamos "Jornada Gastronómica" donde nos reunimos varios compañeros de trabajo con sus familias y cada uno debe llevar un plato típico de su país, y créanme, hemos probado manjares a la vez que hemos logrado que muchos otros se interesen por la gastronomía Colombiana.
Es igualmente común que la gente le saque más tiempo a los Hobbies que lo que le sacaría estando en su vida normal en el país de origen: hay algunos que pintan, otros Internet-adictos, otros se abandonan a la música, etc., en lo personal se lo dedico a lectura, a la fotografía y en ocasiones a escribirles para hacer catarsis. También, y aunque no se nos note (porque después de los 30´s esa barriga no la tumba ni el patas) hay buen espacio para el gimnasio. Como ven, siempre algo se inventa para pasar el tiempo.
El otro lado del asunto, como alguna vez les contaba, es que nosotros somos una minoría de la población. Pero ¿Qué hay de la población local que si está sometida a todo el régimen islámico? En Arabia, el ocio está reservado solo hasta la niñez, donde aun pueden jugar, o disfrutar de algunos de los escuetos juegos que hay en algunos centros comerciales. Pero cuando esta gente se hace adolescente ya no hay más diversión, la vida se les vuelve monótona porque adolecen de todo lo que les enunciaba al principio, y los crían haciéndoles ver que todo es malo. Lo que no pueden restringirles es esa cantidad de hormonas que no se gastan en nada y que como es natural, necesitan exteriorizarse. Por ello mismo no es gratuito que esta gente maneje como bestias en las calles, a veces jugando a hacerte creer que te van a chocar, maltratan los carros haciendo trompos y pican motos por doquier. Pero nada de esto es suficiente, por eso muchos de ellos cada fin de semana y haciendo gala de su ferviente doble moral, emprenden el camino de tan solo 3 horas que nos separan de Bahrein, un pequeño país vecino (también musulmán, pero que se hace el de la vista gorda) que no es otra cosa que el más grande paraíso del alcohol y la prostitución en Medio Oriente, pero esto es un tema que merece capítulo aparte, por ahora, basta saber que cuando llegas a la frontera lo que único que ves en el horizonte es un mar de vehículos con hordas de saudíes buscando sacar la adrenalina del cuerpo. Y nada más traspasar la frontera, verlos a todos borrachos y de gancho con alguna puta filipina o rusa que por algún rato les haga olvidar su triste vida. Pero eso sí, todos llegan hipócritamente puntuales al primer rezo del sábado, aun con la mirella en el cuello y el sabor de whisky en la boca. Y obvio, como es de suponer, esto solo pueden hacerlo los hombres. Para las mujeres está reservado el centro comercial, donde todo lo que compren en compañía de sus amigas solo podrá ser lucido en sus casas porque afuera están siempre obligadas al uso de la Abaya. Cabe decir, que tampoco es que las mujeres occidentales corran mejor suerte que las árabes, porque ante su imposibilidad de trabajar, pues mientras el marido labora, ellas se reúnen a matar el tiempo comiendo prójimo en los famosos "Coffee Morning" que van rotando día a día en diferentes Compounds.
En conclusión, ante todo este panorama, es ahora bastante entendible que todos quienes habitamos como extranjeros en este país queramos cada tanto salir corriendo o preparar algún viaje corto que nos permita despejar un poco la mente de este sórdido y poco entretenido mundo, así como también es entendible la actitud espontánea de tener la cabeza como un ventilador cuando uno se sienta en vacaciones a tomarse una cervecita sin restricciones en el parque Lleras en compañía de los buenos amigos.
Hasta una próxima ocasión.
Para poner un poco las cosas en contexto, me permitiré refrescarles lo que ya algunas otras veces les he mencionado sobre las penurias que constantemente pasamos por vivir en el mundo musulmán, pero que hoy son el pan de cada día por habitar en la más restrictiva de las ciudades practicantes de dicha religión. Aquí, la religión tiene prácticamente todo prohibido, cualquier cosa del mundo que nosotros consideramos "normal" es vista como algo que puede atentar contra la moral y las buenas costumbres del Islam, y es por esto que en Riyadh no hay discotecas, ni bares, ni cines, ni teatros, lo centros comerciales los fines de semana están disponibles solo para familias, lo cual nos excluye a los que somos solteros evitándonos la entrada con un guarda que nos detiene en la puerta; tampoco hay libertad de salir entre solteros de distinto género, los noviazgos no existen (al menos en el terreno visto y legal); el Internet por supuesto es restringido y ni siquiera a SoHo se puede acceder; las mujeres no pueden trabajar ni conducir; el consumo de alcohol es prácticamente impensable (de nuevo, al menos en el terreno visto y legal) y ni siquiera existen las pruebas de alcoholemia en los retenes porque se supone que el licor es inexistente. Solo hay dos emisoras y además son en árabe: en una se transmite el Corán todo el día y en la otra solo noticias; en algunos sitios de la ciudad se puede "piratear" una emisora con musiquita en inglés que viene de algún Compound privado, pero nada del otro mundo. Tampoco hay música en ningún sitio y esto si que es raro y molesto, porque cuando vas a un restaurante o a un café, al haber dicha ausencia de música, el sonido de cubiertos, vajillas y voces vecinas es ultra presente. Y bueno, la verdad es que podría seguir con una interminable lista de prohibiciones y cosas absurdas, pero ya a estas alturas todos se deben estar preguntando ¿Cómo diablos hacemos para sortear la vida en este desierto sin caer presos de la rotunda aburrición?, para ser transparentes, debo decir que es común que todos caigamos eventualmente en este estado, pero también, la situación misma hace que la gente sea creativa y genere espacios de esparcimiento de manera habitual. Por eso no es gratuito que Riyadh sea (al menos en mi opinión) la ciudad del mundo con menor capacidad a la espontaneidad de algún plan, aquí uno está agendado al menos con 15 días de anticipación. Es muy curioso como a uno lo programan con tanto tiempo de antelación para el cumpleaños de fulanito, para la despedida de menganito, para una comida en tal y cual parte, para una ida al desierto, etc. Pero es tanta la restricción de entrada a los Compounds y los planes que la gente arma, que necesariamente hay que saber de antemano con quien se cuenta y con que tiempo se hacen, no vaya a ser que se crucen los eventos.
En Riyadh, uno de los agentes más importantes en la adaptación es el instinto de supervivencia, éste, como buen motor de muchas de nuestras actuaciones en la vida, hace que nos las arreglemos de diferentes maneras para hacer del sórdido contexto lo más parecido a lo que nos hace felices en nuestro sitios de origen, por ejemplo, para nosotros que somos oriundos de un país caribeño, donde prácticamente es impensable una reunión sin un traguito que la amenice, aquí hemos aprendido a hacer vino y cerveza caseros, ya incluso hasta catando para determinar cual es el mejor, o en su defecto, mejorar la receta de las próximas "cosechas". Hay también quienes ya producen Baileys y otra cosa maluquísima llamada "Sadiki" que es algo medio camino entre Vodka y aguardiente, pero que a la larga no es otra cosa que el modelo árabe del embrutecedor y vulgar "tapetuza".
Para el asunto de la música no hemos tenido mayor problema porque aquí el IPod es un artículo de primera necesidad y cada quien carga uno en el bolsillo a todas partes. También es bastante habitual el consumo de otros "Gadgets" tecnológicos como GPS (para no perderse entre los vericuetos de esta ciudad), discos duros para poder almacenar todas las películas bajadas (léase pirateadas) de Internet que intercambiamos a diario, y la gran mayoría tiene en su casa alguna de las famosas consolas Wii, Playstation o X Box.
Paradójicamente, creo que Riyadh, aunque no lo parezca, puede ser un sitio peligroso para coger todos los vicios, aquí, quien llegó sin saber jugar billar, al cabo de pocos meses ya podría tacar con una sola mano, quien no sabía de póker, hoy sería temido en las Vegas, aquí cada uno domina más o menos 6 tipos de juegos de cartas y se mueve con facilidad en ellos, del dominó ni se diga y cuando hay la menor oportunidad de tomarse unos tragos de verdad (es decir, no caseros) hay que tomárselos todos porque no se sabe cuando será la próxima. Debo decir, para que no suene todo a panorama oscuro y terrorífico, que como en todas partes, se consigue de todo y más aun donde todo es prohibido, solo que se consigue a precios tan astronómicos que no merece la pena la inversión, por ejemplo, una botella de whisky en el mercado negro puede salirte en los mismos 800 mil pesitos, que comparado, eso no vale ni en Mango´s en Medellín en zona VIP y con mesero exclusivo.
A menudo hay fiestas, aunque yo personalmente no he podido acostumbrarme a ellas porque carecen mucho de espontaneidad. En su mayoría, se hacen en los salones de recepciones de los Compounds y normalmente tienen un tinte "ñoño" como de fiesta de quince, pero esta vez no actuando del lado de la juventud llena de hormonas por desaforar, sino del lado de los papás que sentados en una mesa, discuten (mientras se atoran del infaltable menú árabe de Hummus, Tabuleh, shawarmas y kebbabs) la primera media hora de lo mierda que es vivir en Arabia y después si, de cómo arreglar la política del mundo. Luego, hay un mundo reservado para unos pocos, donde hay que hacer lobby con mucha gente para que algún día te dejen acceder a los pantagruélicos "after parties" llenos de las actuaciones excesivas que son consecuencia de tener la cabeza en el "switch" de la prohibición. Eso sí, como falles una vez a una invitación de estas, no te vuelven a invitar más porque tu cupo será llenado por algún otro fulano ávido de experiencias que rompan con la monotonía de esta ciudad.
El asunto de los centros comerciales, es algo que ya tampoco me afecta, no tiene sentido ir a un sitio donde solo vas a ver un mar de bultos negros caminando en manadas y donde ni siquiera puedes distinguir (salvo lo que te diga la intuición al detectar maneras de caminar) si lo que hay bajo ese traje de Ninja es una viejita o una mamasita. Y sucede exactamente igual con todo sitio público de "ocio compartido", y más si tenemos en cuenta que todo está dividido en dos espacios que no tienen contacto alguno entre ellos: un lado está reservado para familias y el otro para solteros hombres, lo cual hace perder gran parte de la gracia que tiene el performance de ir a un restaurante y ver la gente, ver pasar los platos, ver quien llega, las pintas, la musiquita, etc., aquí cuando se ingresa a la zona de familias estás encerrado en un cubículo con cortinas o biombos que no te dejan ver las otras mesas (que por supuesto también son cubículos encerrados) y que cada que el mesero llega tiene que medio gritar: "¿Se puede?" y uno lo autoriza desde adentro, y si como cosa rara a alguno de estos agentes de la sociedad secreta se le olvida traer cuchillo, o te trae el jugo que no es, debes tocar un timbre para que este venga a atenderte. ¡Ah!, olvidaba decirles que a zona de familias solo puedes acceder siempre y cuando entre el grupo de amigos que salen a cenar haya al menos un matrimonio. Hay algunos sitios equipados con zonas de comida "abierta" es decir, sin biombos, pero igual solo para familias.
Bueno, de todas maneras yo creo que nosotros los occidentales nos las arreglamos para pasarla bien, y mal que bien, se ha aprendido a ganar tiempo para otras historias que también traen beneficios personales, aquí, como decimos en Medellín, se le ha metido fuertemente el diente al tema gastronómico y hoy en día nos tomamos el tiempo para preparar platos que son lentos y trabajosos, y se ha abandonado esa idea de nevera de soltero en la que solo hay cerveza, media de guaro empezada y dos limones secos, ¡no señor!, aquí uno se cuida y come sano y con tiempo. Incluso hemos institucionalizado desde hace unos meses para acá, algo a lo que llamamos "Jornada Gastronómica" donde nos reunimos varios compañeros de trabajo con sus familias y cada uno debe llevar un plato típico de su país, y créanme, hemos probado manjares a la vez que hemos logrado que muchos otros se interesen por la gastronomía Colombiana.
Es igualmente común que la gente le saque más tiempo a los Hobbies que lo que le sacaría estando en su vida normal en el país de origen: hay algunos que pintan, otros Internet-adictos, otros se abandonan a la música, etc., en lo personal se lo dedico a lectura, a la fotografía y en ocasiones a escribirles para hacer catarsis. También, y aunque no se nos note (porque después de los 30´s esa barriga no la tumba ni el patas) hay buen espacio para el gimnasio. Como ven, siempre algo se inventa para pasar el tiempo.
El otro lado del asunto, como alguna vez les contaba, es que nosotros somos una minoría de la población. Pero ¿Qué hay de la población local que si está sometida a todo el régimen islámico? En Arabia, el ocio está reservado solo hasta la niñez, donde aun pueden jugar, o disfrutar de algunos de los escuetos juegos que hay en algunos centros comerciales. Pero cuando esta gente se hace adolescente ya no hay más diversión, la vida se les vuelve monótona porque adolecen de todo lo que les enunciaba al principio, y los crían haciéndoles ver que todo es malo. Lo que no pueden restringirles es esa cantidad de hormonas que no se gastan en nada y que como es natural, necesitan exteriorizarse. Por ello mismo no es gratuito que esta gente maneje como bestias en las calles, a veces jugando a hacerte creer que te van a chocar, maltratan los carros haciendo trompos y pican motos por doquier. Pero nada de esto es suficiente, por eso muchos de ellos cada fin de semana y haciendo gala de su ferviente doble moral, emprenden el camino de tan solo 3 horas que nos separan de Bahrein, un pequeño país vecino (también musulmán, pero que se hace el de la vista gorda) que no es otra cosa que el más grande paraíso del alcohol y la prostitución en Medio Oriente, pero esto es un tema que merece capítulo aparte, por ahora, basta saber que cuando llegas a la frontera lo que único que ves en el horizonte es un mar de vehículos con hordas de saudíes buscando sacar la adrenalina del cuerpo. Y nada más traspasar la frontera, verlos a todos borrachos y de gancho con alguna puta filipina o rusa que por algún rato les haga olvidar su triste vida. Pero eso sí, todos llegan hipócritamente puntuales al primer rezo del sábado, aun con la mirella en el cuello y el sabor de whisky en la boca. Y obvio, como es de suponer, esto solo pueden hacerlo los hombres. Para las mujeres está reservado el centro comercial, donde todo lo que compren en compañía de sus amigas solo podrá ser lucido en sus casas porque afuera están siempre obligadas al uso de la Abaya. Cabe decir, que tampoco es que las mujeres occidentales corran mejor suerte que las árabes, porque ante su imposibilidad de trabajar, pues mientras el marido labora, ellas se reúnen a matar el tiempo comiendo prójimo en los famosos "Coffee Morning" que van rotando día a día en diferentes Compounds.
En conclusión, ante todo este panorama, es ahora bastante entendible que todos quienes habitamos como extranjeros en este país queramos cada tanto salir corriendo o preparar algún viaje corto que nos permita despejar un poco la mente de este sórdido y poco entretenido mundo, así como también es entendible la actitud espontánea de tener la cabeza como un ventilador cuando uno se sienta en vacaciones a tomarse una cervecita sin restricciones en el parque Lleras en compañía de los buenos amigos.
Hasta una próxima ocasión.